El Columnista /
Cuestión de relatos
Por Mario Kroeff Devincenzi
El gobierno de Coutinho terminó mal, la intendencia en cesación de pagos y un largo tiempo previo de estancamiento y desinversión. El relato del oficialismo de entonces por el contrario y hasta último momento daba cuenta de un gran administración con obras, servicios y cuentas controladas. En realidad las obras se realizaron pero no tantas ni tan buenas, los servicios baratos se prestaron pero con subsidios insoportables, las cuentas nunca cerraron y el rojo explotó al final.
Muchas de las obras publicitadas eran parte de una lista de utilería política electoral, la empresa de transporte social un error de concepto y trampa mortal, el déficit municipal millonario imposible de sostener en el contexto político y económico nacional. Sin embargo el relato oficial sostenía, reforzado por los tiempos electorales que la situación era poco menos que “Alicia en el País de las Maravillas”. De todos modos, casi 40 mil personas -entre las que me incluyo- votaron el relato de Coutinho, avalaron su gestión y renovaron en gran mayoría su proyecto. A pesar de todo casi ganó la elección el solito.
Comenzado el gobierno del intendente Andrés Lima, con la mitad de los votos de Germán, amanece el relato progresista, la estigmatización de los gobernantes salientes con la afirmación que fundieron la intendencia y anuncios -mucho más que concreciones- de obras municipales en rubros sensibles: basura, caminería rural y urbana; vanas promesas de pago a los acreedores variopintos heredados del período anterior, una conducta revanchista y de persecución a los funcionarios ingresados por el exintendente. Las únicas certezas en los seis meses del nuevo gobierno fueron: 1- mil millones de pesos en crédito bancario a largo plazo, 2- el despido por razones políticas de 250 funcionarios, 3- el ingreso de otros 150 por las mismas razones políticas y 4- el pago en tiempo y forma de salarios y beneficios sociales a los trabajadores municipales. Lo que Coutinho no logró nunca, Lima lo obtuvo con votos colorados por un monto de 35 millones de dólares y hasta un plazo de tres períodos de gobierno. Luego, el intendente no hizo ninguna reforma seria en la estructura municipal sino un recambio de personal por razones políticas sin antecedentes en la historia departamental.
El pago normal de los sueldos es de perogrullo. Es cierto que al final del anterior gobierno la cadena de pagos se rompió, pero, restablecidos los pagos por medio de la asistencia financiera primero y los ingresos genuinos de la intendencia luego, la noticia deja su condición de tal por ser la mera consecuencia de un acto legal, mensual y consecutivo. Dicho sea de paso que la anterior administración pagó ininterrumpidamente 59 meses de salarios aún con las predicciones agoreras desde los primeros meses, la noticia fue no hacerlo al mes siguiente de perder las elecciones, agotados los recursos y terminados los tiempos políticos. Con el advenimiento del nuevo gobierno, con todo el período por delante, con el ejecutivo nacional a favor, con créditos especiales aprobados y recuperados los recursos genuinos de la intendencia, comenzaron los pagos normalmente. Así de simple y normal, sin embargo el intendente se vanagloria de semejante hazaña y promete que en su período estarán asegurados todos los salarios de los trabajadores. El fantasma del default exorcizado sobre la base los cinco meses pagados en el segundo semestre del 2015 y los otros 55 meses que faltan por el resto de la administración progresista, hasta el 2020, frente a los 59 meses de pagos efectivos y consecutivos de Germán en todo su período.
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