La problemática del empleo y la recuperación
Todo viene indicando que pasada esta pandemia que enfrenta la humanidad, el mundo será distinto. Lo que sí ya se percibe, es que esta emergencia sanitaria ha destruido empleos indiscriminadamente en prácticamente todo el mundo, tanto en las naciones más desarrolladas, como en las denominadas “emergentes” como en las subdesarrolladas.
Todo lo ha generado y está a la vista, un impacto duro en la economía y en el mundo laboral por la caída en la demanda de productos y bienes – con el turismo como el principal sector más perjudicado – y por su interacción con un sinnúmero de actividades.
Este enorme impacto, de acuerdo a la Organización Mundial del Trabajo (OIT), se estima se refleja en la pérdida de más de 300 millones de empleos, como consecuencia de las medidas de freno a las economías aplicadas por los respectivos gobiernos abrumados por la realidad y consecuencias generadas por el Covid 19.
De esta forma, el común denominador, ha sido una ola de despidos, quiebras, retaceo de inversiones y gran incertidumbre para lo que queda de este complejo 2020. Todo lo que esta dependiendo de que no surja una nueva oleada o brote de esta pandemia o de la misma pero que muto a otra cepa.
Se tiene conciencia, de que es muy difícil que se de en el mediano plazo, una recuperación en “V” de la economía. Todo apunta a una recuperación lenta, condicionada por la evolución mundial tras la situación generada por este virus que deja consecuencias similares a un guerra con casi doce millones de enfermos y unas 700 mil víctimas fatales al día de hoy.
Se estima que algunos sectores tendrán una evolución muy lenta, entre ellos, el de los servicios, sobre todo en la actividad del turismo, afectado por pérdidas de las que será muy difícil recuperarse en el corto plazo, en tanto en otras áreas hay mejores expectativas.
Igualmente todo indica que la actual recesión se extendería más allá de este año, lo que repercutiría en una lenta recuperación de la economía, que se estima tendrá avances y retrocesos.
El último informe de la OIT sobre el panorama global, indicar que el mundo perderá más de trescientos millones de puestos de trabajo, de los cuales en América Latina sumarian 14 millones de trabajadores que quedarán desempleados. Por su parte, la Organización Mundial de Comercio OCDE prevé que el PBI global, se contraerá en un 6% y el FMI pronostica que en América Latina el producto bruto interno, tendrá una gran caída, se habla de casi un 10% promedio.
En Uruguay, que como sabemos, es altamente vulnerable a los vaivenes internacionales, la recuperación dependerá de la evolución global, lo que no quiere decir que no se deba encarar un proceso inteligente y adecuado a las circunstancias en lo interno.
Pero el punto de partida no será el mejor, porque el actual gobierno, recibió un país con las cuentas públicas en rojo, un déficit fiscal del orden del 5 por ciento del PBI y con actividad económica en declive, creciente desempleo y problemas notorios en empresas de todas las actividades.
Tras el golpe de la pandemia, con casi doscientos mil trabajadores en el seguro de paro y una Encuesta de Hogares del INE que indicó que en marzo se redujo en 6% la cantidad de personas ocupadas en todo el país, y todo indica que ese proceso se ha ido lamentablemente agudizando. Por su parte, el BPS muestra un déficit brutal por el elevado número de pasivos y el número a la baja de cotizantes por la crisis en el mercado laboral. Por ello, es preciso incorporar al arranque de la actividad, recursos en sectores claves que generan empleo y dinamizan la economía, al mover al sector servicios, que es el que más tardará en despegar. Para disponer de esos necesarios recursos, se deberá recurrir a créditos internacionales que están disponibles y a bajo costo, para apoyar la necesaria recuperación. Es el gran desafío que plantea una coyuntura que nadie esperaba y que aun, lamentablemente llegó a su fin, como sería deseable.
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