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Venezuela, Mercosur y Nin

Hace unos días el Ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Noboa, en una audiencia parlamentaria, provocó un corto circuito con Brasil a raíz de unos desafortunados comentarios sobre un supuesto chantaje a Uruguay respecto a la presidencia pro-tempore del Mercosur que le correspondería a Venezuela. Dijo el canciller que su par brasilero, José Serra,  había intentado seducir a nuestro país con misiones comerciales conjuntas al continente africano a cambio de una posición contra Venezuela en el bloque sudaamericano.

El embajador uruguayo en Brasilia fue llamado a consulta por la cancillería de Brasil. Pero fue otra la llamada urgente de Rodolfo a José que arregló el mal entendido, definido así por boca del ministro uruguayo. Por otro lado, más recientemente, en una conferencia en pleno desarrollo, sonó el teléfono celular del Canciller, este prestó atención a la llamada y confesó a la audiencia con cara de circunstancia que se trataba de su colega venezolana, “…me vive llamando, soy el único con quien habla”, sonreía y movía la cabeza de un lado a otro con algo de resignación. La noticia tuvo eco en los medios de comunicación uruguayos pero no habría llegado a mayores, por lo menos hasta lo que se sabe oficialmente. Una bromita o un comentario casual en materia de política internacional pueden ser trágicas, en poco menos de un mes para un lado y para otro el Ministro ha dado muestras de buena voluntad pero de pésima mala praxis diplomática. En un caso fue una conclusión fuera de contexto sobre la actitud de Brasil y en otro, una lastimosa muestra de condescendencia y cansancio referido a la canciller caribeña, como si fuera una novia cargosa al teléfono haciéndole caritas a la audiencia. ¡Un horror! A propósito recuerdo muy bien las otras chambonadas históricas del Dr. Jorge Batlle y José Mujica, los dos ex presidentes, que tienen sendos prontuarios en la materia de declaraciones incandescentes e impropias para sus cargos, más allá de sus razones y verdades propias. 

En las dos metidas de pata de Nin Noboa el común denominador fue Venezuela. De la vergüenza ajena que derivó del lenguaje y el pensamiento en acción del Ministro también está la propia de la situación del país de Chávez y Maduro en su inserción internacional. Para empezar, y por lo de menos, Uruguay tenía razón respecto a la transmisión de mando, y por aquello que la ley está por encima de la política, a Venezuela le correspondía de pleno derecho la asunción de la presidencia del Mercosur. A la denominada Triple Alianza de Brasil, Argentina y Paraguay se les ocurrió embarrar la cancha para que eso no sucediera alegando diversos problemas administrativos y políticos pendientes de Venezuela en su relación con el bloque continental. Una pretensión tan hipócrita como inconducente. Primero porque la presidencia pro tempore –por seis meses- y en estos tiempos,  no tiene ninguna trascendencia ni valor alguno; ¿qué le hace otra mancha al tigre? ¿A quien le importa que Maduro sea el presidente del Mercosur casi agonizante, tanto él mismo como el Tratado de Asunción? Segundo, no es la manera de proceder en la institucionalidad del Mercosur (otra vez vapuleada), igualando al inefable Pepe que en realidad se trata de la práctica de “la política por encima de la ley”, de manera que la nueva ideología de los gobiernos de Brasil y Argentina así como la revancha de Paraguay –que sufrió en carne propia los atropellos cuando el ingreso de Venezuela al Mercosur y su propia suspensión temporaria- no ameritan el  embate rastrero contra los del Caribe. Desde luego que si continuaran en el poder tanto Cristina como Dilma el panorama era otro. 

Pero atención, así como digo una cosa también digo otra muy claramente. Los países involucrados en esta situación, los del Mercosur, Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay, así como los de la Organización de Estados Americanos (OEA), deberían hacer valer a Venezuela formalmente la cláusula democrática. Como no se animan a tanto, o porque les duelen prendas o porque no están seguros o porque sencillamente no lo creen mayoritariamente, entonces callan, y prefieren actuar por los laterales. Es el caso de la presidencia del Mercosur. Maniobran para complicar la asunción de Venezuela, tiran la pelota para adelante, esperanzados que en el mediano plazo la situación política del país podría cambiar por el plebiscito de revocación de mandato para el presidente Nicolás Maduro.

Yo no creo que haya democracia formal en Venezuela. Al igual que no la había en el régimen del Gral. Alfredo Stroessner en Paraguay de antaño; en el Perú del Ing. Alberto Fujimori más recientemente, por hablar solo de naciones sudamericanas. A las tradicionales dictaduras militares de los sesenta y los setenta, como rompimientos de los estados de derechos formales, les siguieron otras formas más sutiles de autoritarismo y violación de los derechos ciudadanos. Con elecciones generales complicadas, posibilidades de reelecciones permanentes, el poder del aparato oficial asfixiante de la prensa libre y partidos políticos plurales, dependencia y subordinación del Poder Judicial y Electoral, el peso de las fuerzas armadas revolucionarias en el proceso. Notoriamente es el caso de Venezuela. Ni Chavez ni Maduro dieron un golpe de estado propiamente dicho sino que se quedaron con el poder por la vía de los hechos consumados y lo ejercieron en forma autoritaria con un enorme aparato político militante, sindical, cívico y militar.

 Así que de frente y claro,  el régimen venezolano no cumple con los requisitos de la cláusula democrática imperante en el Mercosur y por lo tanto debería procederse consecuentemente en suspender su integración al bloque continental, así nomás, sin vueltas ni artilugios. Naturalmente que eso también tiene consecuencias en las relaciones formales entre cada uno de los estados miembros con el suspendido. Qué, a propósito,  sus autoridades han dicho de todo sobre la Triple Alianza del Mal y del Terror, del nuevo Plan Cóndor, de los servidores del Imperio, del gobierno golpista de Temer en Brasil en relación al impeachment de Dilma Rousief (suspendida y punto de ser expulsada por el Senado). De manera que hay que, en conjunto suspender a Venezuela del Mercosur y, unilateralmente cada país cuestionar las relaciones diplomáticas con el régimen chavista por antidemocrático, aislarlo internacionalmente, colaborar con su caída y pronta recomposición institucional. 

A todo esto y mientras tanto Nin Noboa hace bromitas improcedentes y disquisiciones paranoicas.

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