Lamentablemente los uruguayos nos mal acostumbramos a la permisividad, a los supuestos derechos de unos pocos, principalmente de quienes tienen innegables intereses políticos o son activistas de minorías, ante los cuales los ciudadanos al parecer deben resignar sus derechos.

Todas actividades que se impulsan con notorias actitudes desafiantes, transgresoras, incumpliendo con las conocidas y aconsejadas normas que la presente emergencia sanitaria, aconsejan o no respetando ciertas reglas no escritas de conductas en sociedad.

En ese marco, se han dado concentraciones, movilizaciones, cuyos participantes han dado notoria muestras de desprecio a respetar el distanciamiento físico y el uso del tapabocas.

Hay quienes dicen que muchos de estos crecientes brotes de coronavirus, se han estado produciendo en forma ya repetida, en parte como reflejo de esas acciones y conductas.

A todo ello, hay que sumar, el notorio fastidio de sectores juveniles y de algunos años más, en esa hermosa edad de tener mucha actividad de relacionamiento y diversión, que están hartos de las limitaciones y que son los principales impulsores de juntadas, fiestas y bailes clandestinos.

Algunos notoriamente lo hacen por falta de conciencia. Otros en sus acciones, tienen un especial e innegable interés con innegable especulación política. Por eso, impulsan, accionan de una forma donde, es evidente,  que apuestan a aquello tan lamentable y nada solidario con el país y su gente de cuanto peor mejor, en un momento tan difícil como el que se vive hoy, en medio de una pandemia cuyo alcance y fin aun no tenemos idea.

Algo, que si miramos a Europa, vemos que tras el verano, se ha dado un fuerte rebrote del Covid que nos debería llamar a la realidad de que no se puede, no se debe bajar brazos y creer que nos podemos dar un recreo en la temporada estival, como ha sido tradicional.

Hay una realidad muy grave, muy pesada,  que todos hemos visto lo que le ha costado al país y a su gente ya en lo  laboral, social y económicos.  Por ello, en esto, hay si se quiere un interés lamentable, de un tono político, lamentablemente  porque para estar o llegar al poder, son los que públicamente han reconocido que todo vale. Si en el medio, la problemática del coronavirus se llega a la situación extrema de perder el control, parece no importar. Triste pero a los hechos y conductas debemos remitirnos.

En materia de educación el país durante quince años, pese a que se invirtió y destino los presupuestos mas generosos de que se tenga memoria, los resultados han sido lamentablemente malos. Es notorio que los chicos en general tienen baches grandes en muchas materias. Tenemos el nivel más bajo de egresos de educación secundaria y ello se refleja en quienes ingresan a la educación terciaria.

Ayer, en nuestra ciudad, en la explanada de acceso al local del CERP (Centro Regional de Profesores) apareció una pintada donde se reclaman más recursos económicos para el sector. Reclamo que se realiza con total derecho pero que no corresponde, no es aceptable, que se realice con eslóganes insultantes. Tampoco que se hagan pintadas, ensuciando edificios públicos, sus accesos y que así, se comience un tiempo de desprecio y desvalorización de lo que es de todos.

Para sumar simpatías de algunos sectores, hay que apuntar a algún sector y es así que se apunta a lo de siempre:  “ a los milicos”.  Calificándolos de innecesarios, de que no sirven para nada, puntualizando que fueron el sector más fuerte de una dictadura que gobernó al país en tristes años. Pero, eso se dio hace 47 años atrás y tras once años, en 1985 volvimos a un estado de derecho. Y eso hay que cuidarlo. No podemos volver a situaciones que llevaron a enfrentamientos extremos, porque si hay algo comprobado es que los radicalismos, no sirven a nadie.

Hoy  en democracia, no solo se puede manifestar, también esta el deber de negociar anteponiendo el interés general, contemplando la situación del país y planteándose aquello tan ideal y soñado de que cada uno de nosotros puede y debe hacer para que el país, genere las mejores condiciones de desarrollo, progreso y realización de todos y no solo de nuestro grupo, circulo, etc.

Por lo que así como hay que cuidarnos y sacrificarnos por la pandemia, también juega en esta realidad el de entender que es un momento de esfuerzo, sacrificios generales, porque hay muchos sectores del país en problemas, y qué hay un gasto muy importante, extraordinario en asistencia a sectores que esta pandemia dejó a la intemperie, porque no había la supuesta fortaleza que dejaron los gobiernos anteriores.

El país por ello, tiene problemas serios, agravados por esta pandemia que hoy el gobierno asiste con mucho esfuerzo,  a  un amplio abanico de actividades a las que se suma otras que golpean sus puertas, porque tras meses de inactividad, están en problemas, en una generalización y extensión como nunca se había dado antes. Por lo tanto, para poder ayudar a superar esta situación, hay que limitar a algunos gastos. Y todos sabemos que el Estado, es pesado, costoso, pero quienes están bajo su paraguas protector, podrán tener problemas, pero nunca, los que tienen hoy, quienes enfrentan crisis o falta de trabajo en el sector privado, como todos vemos se están dando. Por lo tanto, el momento y situación, merecen desde nuestro punto e vista, otra actitud y conducta.