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Evidentemente que las salidas de madre, los insultos patoteros, los exabruptos por parte de los dirigentes frenteamplistas al presidente de la República en particular pero a la Coalición Multicolor en general no son meramente reacciones violentas en situaciones de calentura, como los gritos desaforados al juez y los jugadores de fútbol desde la tribuna en un partido clásico.

Además no se trata solo de las persona sino de la ideología del señor presidente, y en ambos casos es grave, propio y esperable de sujetos fanatizados, intolerantes, radicalizados y anti democráticos.

La conducta de esta gente es igual a la de otra, que en otra época, pretendía tenía la razón del progreso y justicia popular por lo que, derrotados en las urnas agarraron las armas, mataron gente e intentaron tomar el poder desde la acción guerrillera. No les importó nada de nada y solo la revolución, porque tenían razones marxistas y ganas terroristas para hacerlo, y a los demás que los parta un rayo, dirían ¡total ya eran explotados y violentados por la derecha nacional e internacional!

Seguramente,  ¿qué le hacía una mancha más al tigre? Acá y ahora, lo mismo. Estos seres son y a pesar de las disculpas y lágrimas de cocodrilo, son de los que viven y experimentan la política y sociedad en un campo de batalla entre buenos y malos, bien simple. Unos, los buenos, pobres, santos, inteligentes, eficientes y solidarios que son ellos, por supuesto; y los malos, ricos, malvados, explotadores, negreros y egoístas son todos los demás, los que no son ni frentistas ni sindicalistas ni dirigentes sociales del progresismo vernáculo, ni mas ni menos que todos nosotros, obvio, y el presidente Lacalle el primero de ellos.

Esta es la formalización de la grieta que ni siquiera está disimulada, exacerbada en tiempos de elecciones, con debate ideológicos y praxis políticas propias, diferenciadoras; sino lean y escuchen lo que han dicho de la avalancha multicolor que se avecinaba en el pasado y la que se aproxima nuevamente en el presente. No solo mentiras sino auténticas ofensas de pandillas urbanas, la auténtica “mara salvatrucha” uruguaya. Iniciado el nuevo tiempo, estos personajes pretenden desde las brasas prendidas del fuego que era humareda y hojarasca chamuscada una resurrección a lo ave fénix pagano, de baja calaña, de auténtica violencia revelada e intolerancia visceral.

Pero lo peor y más significante es que el origen del mal no es solo propio de la mala educación, envidia personal, decadencia moral y espiritual hacia la figura del joven, pujante y carismático presidente, por parte de estos personajes. Hay una guerra ideológica instaurada contra el pensamiento libre y comportamiento democrático, la responsabilidad republicana, la acción económica responsable y el manejo de la comunicación estatal, la cuarentena adoptada, la preservación del capital social y económico del mercado. Son las voces detrás de los carteles, o en el anonimato de las redes sociales y en el debate callejero o entre corrillos políticos que despotrican contra los supuestos ricos que no pagan impuestos, el capital que no está gravado, los salarios privados que no se tocan, los agropecuarios que ponen lo que les sobra, los empresarios que miran para otro lado y la cadena de radio y TV que le niegan al PIT-CNT para el acto del 1° de mayo, Día de los Trabajadores.

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