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Si se viene por Blandengues rumbo a las calles Uruguay y Artigas para doblar rumbo al centro de Salto (recordemos que Blandengues se transforma en Gobernador José Joaquín de Viana), se encuentra con un bitumen muy feo, muy irregular, que marca claramente las frenadas que van haciendo como "olas" en ese lugar lo que hace que los que pasan por allí deban andar a los saltos y queda feo además porque ese lugar es uno de los espacios de entrada y salida de la ciudad.

Debido a los semáforos de Uruguay y Artigas los que van rumbo al sur y encuentran la bajada están obligados a frenar lo que hace que por ejemplo se someta a ese bitumen a una situación compleja. Quizás allí ya no alcanza con arreglos sino que habría que pensar en hormigón, al menos los últimos cincuenta metros antes del semáforo porque si bien se demora en colocarlo y tiene otro costo, el tiempo le da la razón a la inversión y se mejora todo pues también los vehículos y sus conductores perciben el cambio.

 


Una personas vinculada al transporte en Salto dice que si bien se trabajó en la Noche de la Nostalgia que además presentó lluvias y situaciones del clima complejas, hay que tener mucho cuidado pues al ser vehículos de alquiler, que se toman muchas veces por el consumo de alcohol, se presentan pasajeros que vienen con vasos con bebidas de los bailes o las cenas, con latitas, botellas de cerveza o vino y que hay que cuidar que no manchen, que no ensucien el coche. "Se puede decir que es una noche buena de trabajo", dice el obrero del volante "pero hay que andar con cuatro ojos por todo esto ya que algunos creen que la fiesta sigue arriba del taxi".

 

En algún momento fue un boom pero hoy ya son varios que han copado el mercado y nos referimos a los locales para hacer fiestas de niños. La idea era sacar los festejos de las casas a partir de lo cual se alquilaban salones comunales, salones de instituciones sociales o deportivas, pero apareció la tendencia de presentar casas acondicionadas en toda su magnitud para la fiesta, con salones con determinados tipos de jugos, canchitas, espacios para juegos electrónicos, de muñecas, pistas, de todo para los más chiquitos a lo que se sumó la comida (siempre chatarra) y la bebida.

 

Entonces padres y abuelos se llamaron a la tranquilidad y por un costo módico tienen todo. Eso sí, al pasar el tiempo hay que salir so pena de seguir abonando por cada rato demás. Porque también se da que hay un tiempo prudencial para limpiar y viene otra fiesta. Todo un negocio.

 

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