La despoblación rural
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Por José Pedro Cardozo
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director@laprensa.com.uy
Desde hace varias décadas, y durante los gobiernos de todos los partidos, se ha desarrollando en el país, un proceso de despoblación del campo. Algo que se acentúa ante ciclos de la economía adversos a la producción agropecuaria y se retrae algo, pero no se detiene, cuando es positivo. Pero más allá de esas circunstancias puntuales, la realidad es que desde los gobiernos nacionales no se ha estado a la altura de las circunstancias para lograr la reversión de este negativo panorama.
La realidad indica que este fenómeno social- poblacional, no es exclusivo de Uruguay, sino que es global. Con la salvedad de que una cosa es que se dé en naciones industrializadas y desarrolladas, y otra muy distinta en un país como el nuestro, de base esencialmente agropecuaria, y que necesita de un tramado socio - económico fuerte de apoyo y de carácter regenerativo en el medio en el que se genera la mayor riqueza.
También rompe los ojos, que las familias que emigran del campo, salvo los que poseen algún capital o ahorro, apuntando a una mejor calidad de vida que presumiblemente tendrán en la ciudad, por los servicios básicos y oportunidades educativas que en la zona rural no se dan. Pero, también existen los otros núcleos que al no tener acceso a empleo o a oportunidades que le permitan realmente progresar, terminan en los notorios asentamientos, que han crecido en los últimos 20 años en las capitales departamentales y especialmente en Montevideo.
Realidad que nos debería desvelar e importar porque es grave, máxime cuando se informa y confirma que al presente la población rural del Uruguay es solo de un 4% del total de una población de 3 millones y unos aparente 250 mil ciudadanos, que posee el país. Algo que nos lleva, lamentable, a liderar el ranking internacional de países que tienen las menores poblaciones rurales en relación a su población total.
Todo lo que se dio en unos 62 años, si tenemos en cuenta que en fue en los años 60 del pasado siglo, cuando la población rural del Uruguay era de un 21% del total de la población. Es decir, que pasamos de unas 500 mil personas a solo ese 4% actual. que representa unas 150 mil personas o quizás menos. Porque el éxodo, no ha cesado.
Si bien, debemos reconocer que estamos, ante un proceso global que se ha dado a lo largo de los siglos, cuando la mayor parte de la población mundial vivía en el ámbito rural, a partir de los años iniciales del Siglo XX con el impacto de la revolución industrial, que generó un primer gran proceso migratorio a las ciudades, donde había empleo y mejores condiciones de vida. Pero a diferencia de lo que ocurrió en Europa, los pobladores rurales de Uruguay no han migrado desde las zonas rurales a las ciudades para satisfacer una demanda de trabajadores por parte del sector industrial u otros sectores de la economía, sino que han estado engrosando cinturones de pobreza y multiplicando asentamientos, lo que implica un gran fracaso en lo social de la clase política toda.
También, hay que tener en claro, que no todas las situaciones son similares. Hay factores internos que pueden acelerar o enlentecer este proceso de despoblación. Pero la constante, por encima de estas particularidades, es que los campos se han ido vaciando de familias, aunque debe tenerse presente que no todas las zonas rurales son lo mismo, y que hay explotaciones que favorecen la radicación de familias y otras que tienden a expulsarlas, porque conllevan escasas fuentes de trabajo y condiciones que no alienten a establecerse o permanecer en el medio.
Por ejemplo, la actividad pecuaria no es una explotación que demande mucha mano de obra. Contrariamente a lo que ocurre con otras producciones y países donde hay explotaciones agropecuarias más intensivas, con aplicación de modernas tecnologías, generando cadenas de valor incorporadas en el propio medio. Aquí, en Uruguay, se han dado algunos polos de desarrollo puntuales. Lo que es positivo, pero que no han alcanzado para retener a muchos de quienes han optado por emigrar, debido a falta de oportunidades y una calidad de vida insatisfactoria, en mayor promedio.
Por lo tanto, estamos ante factores coadyuvantes que han incidido para que en Uruguay se dé con gravedad este proceso y que con un 4 por ciento de población en el medio rural estemos entre los países del mundo con los predios rurales más vacíos respecto al total de la población.
En este tema, ya mas que diagnósticos, se debe pasar a diseñar políticas para lograr las respuestas necesarias, lo que requiere compromisos, diálogo, trabajo e intercambio de ideas con las partes directamente involucradas. La experiencia, hasta ahora, marca que lamentablemente solo se han ensayados soluciones cortoplacistas y puntuales que han sido paños tibios para la dura realidad que se vive, pasando los gobiernos, los años y la gente de zonas rurales, sigue emigrando en busca de mejores horizonte, provocando el no deseable despoblamiento de nuestra campaña.
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