30 de setiembre /
Liliana Vinci, nieta de Don Ramón en el acto del cementerio
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Por Leonardo Vinci
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joselopez99@adinet.com.uy
"Es la primera vez que me toca hablar de mi abuelo, esta parte siempre se encargan los hombres de la familia, asi que va a ser distinto, poco de política y más sobre el hombre. Puedo decirles que era un hombre amoroso, cariñoso, que ayudaba sin preguntar sobre ideologías. Me enseñó que había que ser amable y ayudar, que un plato de comida no se le niega a nadie, me enseño valores, con el ejemplo que es más poderoso que la palabra, me enseñó lo lindo de una casa repleta de gente, y me enseñó que las pequeñas cosas eran las que nos hacían felices como sentarme en su falda y dejarme separar las galletitas de frutillas y vainilla que eran las únicas que me gustaban.
Siempre me mal enseñaba. El con un abrazo o una mirada a mí me completaba el alma. Me gusta pensar que era recíproco porque cuando lo miraba, veía generosidad y amor. Lo recuerdo pendiente de todos, de mí, lo acompañaba en los actos y caravanas y si decía que estaba cansada a mis padres él escuchaba y así fue como bajé una vez calle Uruguay sentada en su falda cuando estaba en silla de ruedas.
Sé que hizo muchas cosas buenas, que fue un gran político, pero a mí me llena más contarles que además fue una gran persona, un gran abuelo y que todo eso que era con la gente también era con su familia.
Lo recuerdo todos los días, para mí es un ángel que me cuida desde el cielo, asi que hoy, le doy un abrazo al cielo y un gran te amo infinito y para siempre. Abuelo en mi dejaste una gran huella y te extraño todos los días de mi vida. El día que te fuiste lo supe en cuanto sonó el teléfono, fue uno de los días más tristes de mi vida.
Dicen que las personas no mueren realmente cuando parten de este mundo, sino que mueren cuando las olvidamos.
Abuelo para mí serás eterno."
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