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"De aquí no nos vamos a ir sin respuesta", afirma a Efe muy contundente la vicepresidenta de la Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador (Ecuarunari), Nayra Chalán, una de las portavoces del movimiento indígena que lidera estas protestas por la carestía de la vida. La consigna entre los dirigentes indígenas es clara: no flaquear hasta ver cumplidos los diez puntos de su pliego de demandas, que van desde medidas para aliviar las economías de los hogares más humildes a otras que chocan directamente con la política emprendida por el Gobierno del presidente Guillermo Lasso.

Así, exigen que se reduzcan y congelen los precios de los combustibles, que se controlen los precios de los productos de primera necesidad, que se condonen deudas a familias campesinas y que se respeten los derechos indígenas, pero también que no se privaticen empresas estatales y que no se incremente la actividad minera y petrolera.

"Hemos visto asfixiadas nuestras economías", señala Chalán al enarbolar la bandera de aquellas poblaciones que más acusan la desigualdad de una economía que aún no se termina de recuperar la crisis de la pandemia de la covid-19 y que se ha visto golpeada, como el resto del mundo, por la guerra de Rusia en Ucrania.

"Aquí están los vagos que dice la derecha"

Este campus universitario se ha vuelto en el improvisado centro de acogida de los miles de indígenas llegados a Quito en estos días, y en su Plaza Indoamérica se vive un ambiente festivo con bailes y música tradicional en el que se encuentran prácticamente delegaciones de todos los pueblos y nacionalidades originarias del país. Allí están los campesinos andinos y, bien formados, como si de una guardia pretoriana se tratase, también los indígenas amazónicos lanza en mano y con un rudimentario escudo de latón que en estos días han utilizado para protegerse de los agentes antidisturbios.

"Estos son los vagos que dice la derecha ecuatoriana. Aquí están los vagos. Si nosotros no producimos en el campo, ustedes no comen. Si nosotros no trabajamos, ustedes no van a comer los billetes que tienen amontonados en los bancos", dice Chalán.

"No somos terroristas ni correístas"

 También le reprochan que desde el Gobierno se les ponga la etiqueta de violentos. "Nos están discriminando. Nos dicen que somos terroristas, que somos correístas... nosotros somos indígenas de corazón y luchamos por nuestros derechos", alega a Efe el joven Marcio Marcatoma, que llegó a Quito seis días atrás desde el cantón de Guamote, en la provincia de Chimborazo.

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