El próximo domingo 28 de julio se ha convertido en la oportunidad más clara de transición democrática de ese país, después de diversos intentos electorales e insurreccionales que no han tenido éxito. De acuerdo a encuestadoras internacionales, se considera que existe una significativa posibilidad de que se concrete una ansiada transición política, lo que cobra fuerza a medida que se acerca la elección y la candidatura de Edmundo González sigue firme. Pero, después de numerosas elecciones, fraudes, insurrecciones y demás, ¿Cómo se llegó hasta aquí?

A principios del año pasado la oposición estaba dividida y desmoralizada, mientras que el gobierno, ya había superado la amenaza del Gobierno Interino de Juan Guaidó. Si necesitaba legitimidad para negociar el levantamiento de sanciones, especialmente para su sector petrolero. Por ello, el oficialismo aceptó las exigencias de la comunidad internacional, accediendo al Acuerdo de Barbados, una hoja de ruta para que la oposición pudiera participar en las elecciones de 2024 en mejores condiciones que las de 2018.  Las que fueron consideradas fraudulentas por la comunidad internacional, lo que generó una crisis de legitimidad para Maduro.

El acuerdo establecía el respeto a los resultados de las elecciones internas en la coalición opositora. A pesar de los obstáculos impuestos por el gobierno, entre ellos la inhabilitación de María Corina Machado, la negativa a apoyar logísticamente la elección y hasta amenazar con impedirla, la líder de Vente Venezuela fue aclamada con más del 93% de los votos en un acto electoral, organizado íntegramente por la oposición.

La inhabilitación de Machado obligó a la Plataforma Unitaria a sustituir su candidatura. Aunque el objetivo del gobierno era impedirlas e incluso provocar protestas, la oposición siguió la vía electoral y designó a la académica Corina Yoris, que tampoco pudo ser inscrita por la arbitrariedad del Consejo Nacional Electoral (CNE).

Finalmente, fuera del lapso estipulado la autoridad electoral permitió la inscripción del ex embajador Edmundo González, totalmente desconocido para ese momento, con el objetivo de “guardar el lugar” para la candidatura opositora.

La Plataforma Unitaria apoyó la candidatura de González y desde entonces María Corina Machado, en sus decenas de actos a lo largo y ancho del país, ha llevado el nombre y la imagen del ex diplomático, y de acuerdo a las encuestas, le ha traspasado el apoyo de su electorado. Es así que el ex diplomático,  aventaja por  más de 30 puntos a Nicolás Maduro en la intención de votos.

Notoriamente, estamos ante una elección en la que claramente se violan las más fundamentales garantías democráticas. Además de la inhabilitación ilegal de líderes políticos opositores, se suma la privación del derecho al voto a millones de venezolanos. Mediante a obstáculos para registrar nuevos ciudadanos y la falta de actualización de los padrones. Se dice que el número de excluidos representa cerca de un 25% del padrón electoral. A todo ello,  hay que sumar la constante violencia electoral. La oposición ha sido perseguida y criminalizada. Más de 50 personas vinculadas a la Plataforma Unitaria y a organizaciones de derechos humanos han sido arbitrariamente detenidas, constituyéndose muchas de ellas en desapariciones forzadas. Maduro, ha usado los recursos y bienes del Estado para hacer proselitismo. No ha tenido reparo en usar el sistema de medios de comunicación público para favorecer su candidatura de Maduro y atacar a la de la Plataforma Unitaria, además de obligar a los empleados estatales a asistir a los actos de campaña. El CNE dejó sin efecto la invitación a la Unión Europea para que enviará observadores para la jornada electoral, desconociendo así uno de los compromisos del Acuerdo de Barbados. Quienes sí cumplirán esa tarea son el Centro Carter, seis representantes de Naciones Unidas y dirigentes políticos, sindicales, y periodistas, en su mayoría “invitados especiales” de notorio apoyo a Maduro. Por lo señalado, las condiciones electorales no ofrecen garantías para los sectores democráticos, que aún así esperan contar con el apoyo mayoritario de una población que asumió que ya no teme y no tiene nada para perder y mucho para ganar.