Aunque debe haber unos quinientos quilómetros de distancia, Arazatí en San José y Termas de Arapey en Salto, tienen algo en común. Los gobernantes de turno en el gobierno nacional y en la Intendencia salteña, dejaron pautadas decisiones que afectan a ambos territorios. Conocida es la decisión del ex presidente Lacalle Pou, de firmar un contrato para construir el proyecto Neptuno en la zona de Arazatí, concretado ya con el pie en el estribo para dejar el cargo. La decisión, resistida por técnicos, académicos y parte de la población, deberá ejecutarse por un presidente que no es del pensamiento lacallista. Una especie de regalo irónico de despedida.

El ex intendente de Salto, Andrés Lima, decidió aceptar un proyecto privado para concesionar por veinticinco años el llamado Hotel Municipal de Termas de Arapey. Ya con la renuncia presentada con un pie en el escalón de MEVIR (que presidirá), le dejó al próximo intendente la responsabilidad de tener que ejecutar un mandato que ni conoce.

De Arazatí al Arapey se acortó la distancia; de Lacalle a Lima desaparecieron las diferencias. El gobernante que llegó al cargo con voto del Frente Amplio, obró según el manual del conservadurismo. Iguales: ambos dejaron obras que su sucesor, aunque no comparta, puede tener que ejecutar.

No hago acá juicio de valor sobre el proyecto de restauración y puesta en funcionamiento del Hotel de Arapey. Juzgo, con dureza la actitud despectiva del ex intendente hacia tres de los cinco candidatos a la Intendencia de Salto. Supongo que Albisu y Malaquina no tuvieron conocimiento de la iniciativa, de lo contrario (en plena campaña) lo hubieran expresado. Yo, como candidato del Frente Amplio, no fui informado y menos consultado. Álvaro Lima, como hermano del ex intendente y Gustavo Chiriff, firmante del envío a la Junta como Secretario General de la Intendencia, supongo que la conocen y aprueban.

Alguien que ya se fue, y por lo menos por cinco años no volverá, comete otra infracción ética.

No es un proceder frenteamplista, caracterizado por la participación y el consenso, es un método propio de los gobiernos personalistas.

He leído el proyecto. A pesar de mi experiencia no me siento en condiciones de opinar sobre su conveniencia, precio, condiciones de explotación, ”promesas” de un parque acuático, uso del agua termal, concentración hotelera importante en poder de una misma empresa (Oderlux S.A.) y varios etcétera. Es un tema para especialistas en construcción, urbanismo, turismo y finanzas; ojalá la Junta Departamental pueda consultar más allá de los servicios que brinde la Intendencia con sus empleados. No se trata de abrir el hotel de cualquier manera y a cualquier costo. Hay que reabrirlo refaccionado; pero con buenos fundamentos.

Ojalá prime la cordura y la ética, y la Junta de Salto piense y obre con su cabeza puesta en la población, no en la obediencia. Si se prueba que será positivo ¡adelante!. De lo contrario será otra maniobra con bienes públicos.

El FRENTE AMPLIO debe ser garantía para la población. Sabremos cumplir.