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Mientras el exceso de peso preocupa por su magnitud, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) crecen silenciosamente.  Los denominados TCA son enfermedades complejas que combinan factores biológicos, psicológicos y socioculturales. Se caracterizan por una relación alterada con la comida y el cuerpo, que puede manifestarse como restricción extrema de alimentos, atracones, vómitos autoinducidos o uso de laxantes. Porque además de los riesgos físicos alteraciones cardíacas, desequilibrios hormonales, tienen consecuencias severas sobre la salud mental: ansiedad, depresión, aislamiento y distorsión de la imagen corporal”, remarcan.

Hay causas de pérdida visual que pueden ser prevenidas y la consulta tardía afecta la evolución, pudiendo complicar seriamente la visión del paciente. Por ello, siempre es aconsejable la consulta temprana y/o los controles periódicos oftalmológicos, para prevenir daños oculares que llevan a la ceguera. Porque en muchos de esos problemas, los tiempos son limitados para realizar el tratamiento, que bien instituido, pueden superarse. 

La ciencia confirma que el intestino es mucho más que un órgano digestivo: funciona como un “segundo cerebro” gracias a los más de 100 millones de neuronas que lo conectan de manera directa con el sistema nervioso central. Este diálogo, conocido como eje intestino-cerebro, influye en procesos clave como el ánimo, el sueño, la concentración, el sistema inmunitario y, por supuesto, la digestión. Cuando ese equilibrio se altera, los efectos pueden sentirse en todo el cuerpo: fatiga, irritabilidad, ansiedad, estrés y malestar general.

La medicina moderna podría estar ante un giro histórico: la incorporación de la energía mitocondrial como eje central para comprender y prevenir enfermedades crónicas. Así lo plantea el Dr. Martin Picard, investigador de la Universidad de Columbia, quien sostiene que el futuro de la salud dependerá de cómo entendamos el flujo energético que sostiene cada una de nuestras células.

En cuanto a la alimentación, la evidencia científica disponible es limitada en relación con su impacto directo sobre los brotes. Sin embargo, sí se sabe que las reacciones alérgicas pueden desempeñar un papel importante. Si ciertos alimentos producen irritación, picor o hinchazón en los labios, es recomendable consultar a un especialista para evaluar posibles sensibilidades. Más allá de esto, mantener una dieta equilibrada, que favorezca un sistema inmunitario fuerte, puede contribuir a reducir la frecuencia de las recurrencias.

La grasa abdominal no solo es un problema estético: aumenta el riesgo cardiovascular, altera el equilibrio hormonal y afecta la salud metabólica. Diversas investigaciones recientes muestran que su persistencia no depende únicamente de la dieta o el ejercicio, sino de un conjunto de factores que suelen pasar desapercibidos y pueden sabotear incluso los esfuerzos más constantes.

Llegan los diferentes eventos de fin de año, las despedidas, actos de fin de curs, y el ruido se hace presente, más intensamente que lo habitual. La contaminación sonora tiene un gran efecto negativo no solo en nuestra audición, sino en la salud en general, ya que produce estrés, altera el sueño, causa embotamiento, en definitiva, afecta la calidad de vida. Y es muy común que, en los eventos mencionados no se respeten los decibeles.

Los mareos y el vértigo suelen generar preocupación por su posible relación con enfermedades graves, aunque con frecuencia responden a causas simples como deshidratación, trastornos visuales, estrés o efectos secundarios de medicamentos. El equilibrio corporal depende de la coordinación entre la visión, el oído interno, el sistema cardiovascular y el sistema endocrino; cualquier alteración en estos componentes puede desencadenar inestabilidad.

Cuando el mareo se presenta como aturdimiento o sensación de desmayo, los especialistas recomiendan investigar  posibles problemas cardiovasculares. En cambio, cuando aparece como una sensación de giro, suele estar vinculado al oído interno, cuyos canales llenos de líquido y pequeños cilios envían información al cerebro sobre la posición y el movimiento del cuerpo.

Los mareos mas comunes y sus causas

Entre las causas más comunes se incluye el Vértigo Posicional Paroxístico Benigno (VPPB), originado por el desplazamiento de cristales de calcio dentro del oído. Este trastorno provoca episodios breves tras movimientos bruscos, como girar en la cama. Otras afecciones, como la neuritis vestibular o la laberintitis, generan vértigo intenso, náuseas y vómitos, generalmente asociados a infecciones virales o bacterianas. En casos crónicos, la enfermedad de Ménière —producida por acumulación de líquido en el oído interno— causa vértigo repetido, pérdida auditiva y tinnitus, requiriendo desde cambios en el estilo de vida hasta cirugía.

No obstante, los mareos también pueden ser la manifestación de condiciones más graves. Expertos de la British Heart Foundation advierten que, si se presentan junto con dolor en el pecho, palpitaciones o dificultad respiratoria, pueden indicar una enfermedad cardiovascular y demandan atención urgente. 

Trastornos neurológicos como la enfermedad de Parkinson o ciertos tipos de demencia también pueden generar mareos debido a daños en las áreas del cerebro que regulan el equilibrio y la circulación.

El estrés, la falta de sueño, el abuso de alcohol y los hábitos alimenticios irregulares constituyen factores habituales que alteran la estabilidad corporal. En estos casos, técnicas de respiración profunda pueden activar el sistema nervioso parasimpático y mitigar la sensación de vértigo.

En definitiva, el mareo puede ser tanto un reflejo de la vida moderna como una señal temprana de problemas complejos. Reconocer su origen es esencial para recuperar la estabilidad y preservar la salud.

Los mareos y el vértigo suelen generar preocupación por su posible relación con enfermedades graves, aunque con frecuencia responden a causas simples como deshidratación, trastornos visuales, estrés o efectos secundarios de medicamentos. El equilibrio corporal depende de la coordinación entre la visión, el oído interno, el sistema cardiovascular y el sistema endocrino; cualquier alteración en estos componentes puede desencadenar inestabilidad. Cuando el mareo se presenta como aturdimiento o sensación de desmayo, los especialistas recomiendan investigar  posibles problemas cardiovasculares. En cambio, cuando aparece como una sensación de giro, suele estar vinculado al oído interno, cuyos canales llenos de líquido y pequeños cilios envían información al cerebro sobre la posición y el movimiento del cuerpo.

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