¿Qué hacemos con la corrupción?
- Por Arqto. Rogelio Texeira - Eex director de obras de la IdeS, ex delegado ante CARU

La corrupción es un mal que aqueja a la humanidad desde siempre, Artigas hablaba de la “veleidad de los hombres”. Las sociedades ensayan prácticas para eliminarlas o por lo menos minimizar sus efectos. En Uruguay surgieron hechos que podrían categorizarse como corruptos, sin embargo a los efectos de esta nota podría decir que “debe tenerse presente que no se ha podido disponer de todos los antecedentes administrativos requeridos para esta consulta”.
Lamentablemente, esa última frase es parte del informe que realiza el abogado contratado por el Instituto Nacional de Colonización para determinar, luego de tres informes de sus abogados, si Manini es colono. Entre otros documentos no dispuso del título de propiedad porque Manini nunca lo presentó.
Este asunto se suma al caso Astesiano y sus derivaciones (desde pasaportes falsos hasta espionaje a Senadores de la República), el escándalo más grave del Uruguay contemporáneo, pero que se suma, entre otros a la extensión de la concesión del Puerto de Montevideo por 50 años más de los 30 que ya tenía y a la flexibilización de la política antitabaco a pedido de una empresa aportante de la campaña electoral del gobierno.
Según la Ley Cristal “se entiende por corrupción el uso indebido del poder público o de la función pública, para obtener un provecho económico para sí o para otro, se haya consumado o no un daño al Estado” y complementa el art. 175 del Código Penal que determina la calidad de funcionario público.
Podríamos estar frente a casos de corrupción o de poca claridad en los procedimientos; no somos nosotros quienes lo vamos a determinar en esta columna.
Quienes somos parte del Frente Amplio, tenemos en las Bases Programáticas 2020-2025 un mandato que debe orientar el accionar: “Para la izquierda, el ejercicio del gobierno y del poder debe sustentarse en la austeridad, la honestidad, la transparencia en la gestión y el cumplimiento de lo comprometido con la ciudadanía en el programa, en la Constitución y la ley. Es la lucha constante contra el clientelismo, el nepotismo, la corrupción, el corporativismo y toda forma del ejercicio del poder para fines personales o de grupos de privilegio… todo lo cual debe ser motivo de control permanente y de medidas de corrección desde una ética de izquierda”.
La corrupción tiene diferentes causas: formales, como la existencia de un ordenamiento jurídico inadecuado a la realidad o la inoperancia de las instituciones públicas; otras culturales, que hacen a las actitudes, normas y creencias compartidas por los ciudadanos.
Tiene consecuencias sobre la sociedad, algunas inmediatas y visibles otras silenciosas o a largo plazo.
Erosiona la credibilidad y legitimidad de los gobiernos y la confianza en la institucionalidad y el sistema democrático favoreciendo la aparición de élites político-económicas con una concepción patrimonialista del poder. Reduce ingresos fiscales y disminuye los recursos del Estado. Permite el accionar de Gobierno y Estado en beneficio de pequeños sectores y contra del bien común. Pero además, por la impunidad que construye sobre si misma, fortalece la cultura de la corrupción y contribuye a su proliferación.
Entonces, ¿cómo combatir la corrupción? La mayoría de los autores marcan elementos claves:
Mayor transparencia, garantizando el ejercicio del derecho de acceso a la información Pública y el periodismo de investigación.
Mayor cuidado al elegir a quienes actuarán como funcionarios públicos. Esto trae mayor integridad y honradez en la acción, con respeto hacia la imparcialidad y la independencia.
El ejercicio de la función adecuado al cargo que se ocupa y el correcto uso de los bienes del Estado.
Mecanismos de control, que pasan por promover la participación ciudadana, presentar rendiciones de cuenta periódicos y facilitar canales de denuncia, por ejemplo a través de aplicativos informáticos.
Usar un régimen punitivo adecuado a los efectos de castigar los desvíos. La impunidad no hace otra cosa que agrandar el problema.
Educar en valores éticos y morales para que las personas distingan lo que no está bien y que quienes caigan en estos desvíos tengan el necesario reproche social.
Continuará…
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