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Brum fue el Presidente democrático más joven de América. Llegó a ocupar tan alta magistratura con 35 años, y entregó su vida en defensa de las instituciones el 31 de marzo de 1933, el día en que Terra faltó a su juramento. Estudioso alumno del Instituto Politécnico Osimani y Llerena, se recibió como abogado en 1909 y regresó a Salto donde instaló su Estudio. Integró la Junta Económico Administrativa, fue Profesor y se desempeñó como Ministro y Diplomático. Defendió con ardor los derechos de la mujer e inauguró el Monumento a Artigas en la Plaza Independencia.

Hoy queremos recordar uno de los proyectos menos conocidos de Brum. Poco antes de su muerte, pronunció una Conferencia en la Plaza Constitución de Fray Bentos, analizando el problema de la desocupación y la necesidad de proveer de tierras a quienes las trabajen. Papeles amarillentos recuerdan su iniciativa de entregar “Tierras del pueblo”, que consistía, en la compra por el Estado de predios para cederlos a las familias de agricultores y trabajadores rurales en general, en condiciones ventajosas para su explotación.

Diarios de aquel entonces informaban que “El Dr. Brum, en su conferencia, indicó como uno de los medios más seguros para encarar y resolver el problema de la desocupación, el de adquirir por el Estado extensiones apreciables de tierras nacionales, siendo luego el mismo Estado el encargado de repartirlas y administrarlas, facilitándolas en condiciones favorables al verdadero trabajador, al que esté dispuesto a hacerlas producir, lo que será ventajoso para el que las labore y para el propio Estado también, ya que ellas, así trabajadas, contribuirán no únicamente a solucionar ese difícil problema, sino también a darle a la nación nuevas fuentes de riquezas que equilibren su economía, ese equilibrio del que tan necesitados están todos los países- y el nuestro no es una excepción- para poder continuar su marcha ascendente en el difícil momento actual.”

El cronista de antaño decía que “...si se destinase a la formación de cien huertas el campo municipal de los Corrales de Abasto, la comuna salteña habría empezado a realizar esa gran iniciativa del Doctor Brum sobre tierras para el pueblo. El Barrio Artigas y los otros barrios nuevos recién formados en las inmediaciones recibirían un fuerte impulso progresista y un centenar de familias pobres encontrarían fuentes genuinas de trabajo...” Las “tierras del pueblo” que tendría el municipio salteño, además de ofrecer radicación ventajosa a decenas de familias de horticultores, contribuirían a proporcionar una ocupación mejor a los trabajadores rurales.

Brum no pudo concretar esos planes.

Formaba parte del Consejo Nacional de Administración cuando las desavenencias partidarias internas se profundizaron. Fue cuando llegó la jornada funesta. Gabriel Terra,- atrincherado en el cuartel de bomberos,- con el apoyo de la policía y sectores del partido nacional, disolvió el parlamento y suspendió la Constitución. Se dispuso entonces a resistir ante el atropello y armas en mano esperó una reacción popular en el frente de su casa, que no se produjo. Crónicas que narran los hechos ocurridos ese día indican que “Al promediar la tarde de ese día, se habló insistentemente de que el gobierno de Terra autorizaría a Brum a abandonar el país garantizando su seguridad personal, pero en todo caso éste declinó la oferta. En aquellos momentos de incertidumbre, y comprobando que su resistencia no arrojaba fruto alguno, Baltasar Brum caminó hacia el centro de la calle en solitario, y tras gritar ¡Viva Batlle! ¡Viva la libertad! disparó su arma contra su corazón, dándose muerte”.

Su sangre manchaba al tirano. Baltasar Brum marchaba al encuentro con la gloria.

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