Alejandro Atchugarry
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Por Leonardo Vinci
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joselopez99@adinet.com.uy
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Un día como hoy, pero en 2017, se iba uno de los grandes hombres que ha tenido este país. El Dr. Ope Pasquet ha dicho- y yo comparto- que Alejandro Atchugarry es recordado con cariño, gratitud y admiración por todos los uruguayos. Fue exitoso piloto de tormentas en el peor momento del país. Demostró que con responsabilidad, solvencia técnica y sensibilidad social, se puede hacer batllismo en el siglo XXI.
Alguien ha escrito que le bastó poco más de un año como Ministro de Economía, para pasar a la historia. Luego no quiso volver a la actividad política pues una salud débil y la responsabilidad del cuidado de sus hijos, le aconsejaron ser prudente y mantenerse como reserva para cuando el país lo necesitara.
Se convirtió en un fiel representante de una generación de políticos colorados, forjados en la lucha contra la dictadura, templados con humildad en el restablecimiento de las instituciones republicano democráticas, siempre ocupando sin soberbia puestos de lucha, de trabajo y sacrificio. Y cuando fue llamado a asumir responsabilidades en los peores momentos, lo hizo con coraje, inteligencia y generosidad.
En su momento, expresaba la BBC en su página en español: “Ser ministro de Economía no es tarea fácil, mucho menos cuando el país está en crisis. Ser ministro de Economía y ser respetado es aún más difícil. La mayoría son abucheados y criticados, pero por suerte, siempre existe una excepción a la regla. Esta vez, la excepción se da en una de las economías más pequeñas de Latinoamérica, en Uruguay. Pero lo más interesante es que el ministro no es economista de profesión, sino abogado. No estudió los clásicos libros de economía. Simplemente aprendió a escuchar las necesidades de su gente y a negociar, y con su fórmula logró lo que muchos no han podido lograr en años”.
Y seguía el medio británico: “Así es el perfil de Alejandro Atchugarry, quien fuera hasta hace poco el ministro de Economía de Uruguay. Un ministro que, aunque parezca increíble, fue querido por la gente, sin importar bandos políticos, raza o religión. Un ministro que supo conciliar la izquierda con la derecha; una tarea dificilísima. Escuchando la opinión de todos y sin subestimar a nadie, este ministro supo poner al menos en camino, la economía de un país que atraviesa por la peor crisis económica de su historia. Algo que muchos economistas graduados de instituciones de renombre internacional no han podido lograr.”
Decía Max Sapolinski “Desde que se retiró de la política activa por propia voluntad, me he venido preguntando qué es lo que puede llevar a un personaje como él, que le tocó protagonizar uno de los papeles más difíciles para un país en una situación de crisis, a constituirse en una persona reconocida, querida y admirada por toda la población. ¿Acaso no ha habido otros destacados protagonistas en nuestra historia? Sin embargo, ninguno ha logrado tal aceptación. ¿No pesa en este caso, como en otros, las banderías políticas, la tan mentada “chacrita”, la enceguecida defensa de los intereses propios y el irracional agravio para todo aquel que se sepa es de otra línea ideológica o partidaria que tan a menudo vemos en las discusiones diarias? En este caso que nos ocupa, todos estos deformados valores dan paso al más puro sentido de coincidencia y admiración. Atchugarry logró lo que ningún político pudo lograr. Ingresó por la puerta grande de la historia, trabajando en beneficio de la sociedad y fue reconocido por ello unánimemente.”
Sapolinski subrayaba que a la autenticidad reconocida de Atchugarry debían sumarse otras cualidades. “La integridad del ser humano, la honestidad palpable, la notoria modestia y la empatía que lograba con quienes lo trataban lo constituían en un ser excepcional.”
Al cumplirse un año más de su partida, lo recordamos con admiración y respeto.
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