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El tema del avance de los vehículos sobre las calles de Salto comienza a complejizarse. Miremos por caso la calle Agraciada desde Joaquín Suárez, pasando por Amorim, Grito de Asencio, Dr. Francisco Soca hasta llegar a Osimani y Llerena.

 

Tiene de todo, parada de ómnibus, está la gente de nuestros amigos de Himalaya y su ya clásica estación a la que le han ido agregando servicios, la sede del Frente Amplio en Salto que tiene por lógica reuniones prácticamente todos los días lo que hace que en toda esa zona, céntrica, se comience a luchar por encontrar un lugar para estacionar. Amén del esfuerzo de los vecinos con garajes para que no les ocupen el lugar y puedan entrar y salir con normalidad.

 

También recordemos que en esas calles, en los horarios pico, se cotiza dejar el vehículo allí pues son de las primeras cuadras céntricas que no están invadidas de los carteles de estacionamiento tarifado, Por lo que bien vale un lugarcito en la zona y luego caminar al centro por trabajo, compras, trámites o los muchos enclaves de la salud.

 

A veces no dimensionamos el flagelo que la droga está generando en nuestra sociedad. Hay que leer los policiales de La Prensa e hilar un poco fino para ver el drama de algunas familias. En una nota decía que una abuela denunció el acercamiento a su hogar de un nieto que tenía prohibición tras la denuncia que en la oficina de violencia doméstica la señora había hecho debido, claro está a los robos constantes para el consumo de basura del muchacho.

 

Pero que una abuela tenga que hacer eso parte el alma, pensemos que es ese mismo chico que con su llegada alegró a la familia, que llevaron al jardín, a la escuela, que les hizo regalos a los padres y abuelos en su día. Hay una construcción emocional de ese muchacho que hoy por medidas cautelares no puede ni siquiera pisar. Pensemos en esa abuela, en los padres, en cómo sigue la relación de la familia a partir de esto.

 

Claro que la señora mayor debió realizar la denuncia para defenderse pero es bravo así, cómo sigue la vida de esa gente. Hay que pensar en todo eso.

 

También hagamos una retrospectiva y pensemos en la cantidad de familias, de padres, de hermanos, de abuelos que soportan en silencio y no denuncian para no complicar a la familia. Y ven como cada día falta algo, deben ocultar la billetera o el monedero, deben andar con poco efectivo encima, deben mirar al muchacho cada vez que entra o sale de la casa. Un deterioro social tremendo.

 

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