Anotaciones Callejeras
Hace algunas semanas en una de las radios deportivas de la capital, Edgardo Novick habló como hincha, socio y dirigente de Peñarol, pero antes avanzó en temas corporativos y de empresas recordando que junto al Estudio Lecueder ha llevado adelante un shopping.
Dijo que con el contador Carlos Lecueder analiza que se desarrolle en una zona no tan clásica para estos eventos, un shopping que podría ser en Sayago y que sabe que los estudios darían buenas perspectivas de inversiones como estas.
Lecueder lleva adelante la dirección del Salto Shopping y Terminal que visto lo que es este invierno viene muy bien, con una gran cantidad de púbico a toda hora y promete seguir avanzando. Tiene a favor seguridad, aire acondicionado, servicios y de última se aprovechó el espacio que dejó el cine para ampliar la gama de comercios.
Mirando en el tiempo, cuando hace un cuarto de siglo se llevó a cabo su inauguración el por entonces intendente Eduardo Malaquina se mandó una frase de las de él, siempre preocupado por Salto. "Hice un gol pero no pude hacer el otro", en alusión a lo que era el Salto Shopping y Terminal pero que también por esa fecha no se podía reflotar el Frigorífico La Caballada. Una de cal y otra de arena. Malaquina era un sabueso buscando cosas para Salto, a veces incansable se podría decir. Había logrado el Centro Regional de Profesores, Cerp, luego el edificio nuevo de la Universidad de la República que inauguró como presidente Jorge Batlle.
Es increíble como los salteños ocupan espacios libres aumentando todo lo que hace a la irregularidad que es uno de nuestros grandes problemas. En cada espacio que se pueda se ponen unos cajones y se arma un puestito de verduras, luego algún frízer, luego mostradores y cuando se quiere con dos estantes más hay un mini super instalados en espacios públicos o que nadie utiliza pero todo desde la ilegalidad.
Si bien es cierto que todos necesitan trabajar y se entiende también hay que decir que al haber tantos comercios ilegales se recarga al que paga, al que tiene a sus empleados en regla, pagando seguros, caja, servicios más caros por estar instalado. Esa cultura de la ilegalidad tan salteña que además nos hace tanto mal.
Un buen vecino que vive a tres cuadras de calle Uruguay aprovechó el invierno y le dio duro y parejo a la estufa a leña a la que además le agregó una parrillita y dale que dale. Cuando sacó cuentas pasaba los cinco mil pesos de leña y no incluía las menudencias cárnicas, lo que lo hizo abrir los ojos. Y bueno, a la larga las fiestas tienen un costo. No se arrepiente pero de a poco va a moderar las llamas.
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