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Hablábamos anoche con una persona que nos hacía notar lo que para ella es “una injusticia” y que entiende debería corregirse “haciendo que la ley sea pareja para todos”. Nos hablaba puntualmente del control que hacen los inspectores de tránsito en las horas de entrada y/o salida de algunas instituciones educativas. “En la escuela donde llevo a mis hijos -nos contaba-, están siempre y me parece bien, ordenan el tránsito, y no nos dejan estar más de un minuto en doble fila para que suba o baje un niño; el problema es que no hacen lo mismo en otros colegios, donde es un caos y nadie les dice ni hace nada…”. ¿Por qué algunos sí y otros no?

Le decíamos, como un pensamiento en voz alta, que es imposible que hubiera inspectores para todas las escuelas. “Pero a veces están de a dos o de a tres, ¿por qué no está uno solo y otro en otra escuela?, si con estar uno solo ya impone respeto y la gente respeta todo…”, razonaba la señora.

A su vez, nos comentaba que está muy contenta porque la limpieza en su cuadra (pleno centro de la ciudad) “ahora anda muy bien, con barrido y todo”. Pero claro, personas de otros barrios nos dicen que no se ven mejoras en este aspecto. Es decir, como se dice habitualmente, no es fácil conformar a todo el mundo.

Pero volviendo al tema del tránsito en horas pico en torno a escuelas, otra persona hace unos días nos comentaba algo muy llamativo. Nos decía, que si en la escuela de su barrio fueran inspectores a la hora de entrada, “habría muchos niños que no asistirían”. ¿Por qué? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Sucede que hay padres que llevan dos o hasta tres niños en una moto; “esos padres, si saben que hay inspectores no llevan los gurises, ya ha pasado alguna vez”, contaba.

Un lector de nuestro diario que en la tarde de ayer paseaba por la Costanera Sur, nos llamaba muy asombrado. Le llamó la atención que casi llegando a Arenitas Blancas, un cartel ofrecía venta de pescado e indicaba el número del rancho donde se podía comprar. El hombre no podía creer que se hubiera llegado a tal cantidad de ranchos en esa zona de la costa, que hasta están numerados. Pues sí, es así, esa es la realidad. Se trata de un tema que notoriamente ha ido creciendo cada vez más y ahora es algo…¿incontrolable quizás? ¿Se podría hablar de un asentamiento más que hay en Salto?

Este hombre que nos llamaba, se preguntaba: “¿Y quién le pone el cascabel al gato?, ¿quién agarra el toro por las guampas y empieza a corregir esa situación?”. Buena pregunta.

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