Anotaciones Callejeras
Hay cada historia. Esta es la de un funcionario público de Salto que debe irse un buen tiempo de la ciudad por razones inherentes a su trabajo. Así tuvo un hijo que lo fue criando con su señora hasta que llegaron los problemas y decidió separarse, pero la relación con el chico siguió, era su hijo.
El buen señor de marras encontró otra pareja, no tuvo hijos con esta segunda mujer pero siguió viendo al chico. Esa nueva señora también se encariñó con el chico, hijo de su pareja y lo recibía con respeto y cariño en el hogar que había formado con el padre del adolescente de dieciséis años. Hasta que un día, un día, sonó el teléfono y la abuela del muchacho pidió para hablar con el padre, lo citó a su casa, a su ex yerno. Fue franca y directa, le dijo que el chico no era de él sino de una relación paralela que su hija había tenido.
El hombre no lo podía creer pero agradeció la franqueza. Pidió una prueba de ADN a partir de la cual saltó no una verdad, sino dos. La primera es que el hijo no era de él, la segunda que este buen señor era estéril, por lo que más se confirmaba que el hijo no era de él.
Golpeado por la mentira habló con su actual pareja a partir de lo cual decidieron seguir recibiendo al chico con el que se habían encariñado. El muchacho no tenía la culpa de nada. Hay cada historia en nuestro Salto.
De nuevo la comunidad educativa se ve golpeada. En ese caso por el fallecimiento del estudiante artiguense de maestro técnico Miguel Cruz, un muchacho alto, grande, que fue sorprendido en su querido Artigas por un problema cardíaco y se lo llevó a los veintisiete años. Miguelito, querido, sano, bueno, estudió varios años en Salto en el Centro Regional de Profesores del Litoral, Cerp, llegando hasta casi recibirse de maestro técnico. Le faltaba muy poco pero ya estaba trabajando en la ciudad fronteriza donde además tenía una pequeña hija. La muerte sacude entonces a sus muchos amigos, compañeros, docentes y alumnos a tan temprana edad.
Rumbo a la Navidad antes era muy común comprar y ver cómo se hacían las tarjetas de Navidad y fin de año en brillantes cartulinas que se mandaban por correo privado o público o en forma personal y quienes las recibían las ponían engalanando el arbolito. Si era una empresa se hacía lo mismo pero a nivel comercial, poniéndose en el tradicional arbolito las salutaciones recibidas. Pero la realidad virtual dejó por el camino esta tradición y ahora todo es a través del luminoso aparatito del celular que guía nuestras vidas.
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