La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Unos 969 millones de votantes participan, desde el pasado viernes 19 de abril de 82 días de elecciones en las que India, la democracia más grande del mundo y quinta potencia económica del planeta, decidirá si le da mayoría en el Parlamento y otros cinco años de gobierno al nacionalista hindú Narendra Modi (73 años). En las elecciones, cuyo resultados se conoceran el 4 de junio, vienen trabajando 15 millones de agentes electorales, 5 millones y medio de máquinas de votación electrónica en un millón de centros receptores.

Esta elección pone a prueba las profundas reformas económicas encaradas desde 2014 bajo el liderazgo de Modi (del Bharatiya Janata Party - Partido de la Unidad) que han generado un crecimiento récord en los últimos 10 años. Algo que proyecta a la India al podio de las potencias mundiales, conviviendo con mucha desigualdad y desequilibrios entre campo y ciudad, el norte y el sur del país, en un país muy joven, en el que casi la mitad de sus habitantes tiene menos de 25 años. La vitalidad de la democracia india, quedan demostradas en su nivel de participación: en 2019 votó casi el 67% del padrón.

Son elecciones, que más dinero moviliza en el mundo: según estimaciones  se gastan unos 14.400 millones de dólares por partidos y candidatos. Participan 2.660 partidos políticos.La oposición,  es liderada por el Partido del Congreso, fundado por la dinastía de los Ghandi que gobernó al país, desde su independencia en 1947 hasta 2014.

Inteligentemente, esta potencia emergente del Sur Global se ha  propuesto mantener una “autonomía estratégica” frente a la rivalidad Washington-Beijing y a los conflictos mundiales en los que termina repercutiendo, un posicionamiento no alineado que no siempre parece funcionar.

Las encuestas dan por seguro un triunfo oficialista, favorecido por un crecimiento económico formidable a  “tasas chinas” (8,4% en el último trimestre de 2023), pero acompañado políticamente por el despliegue de un “populismo hinduista” nacionalista que pone en riesgo la tradición de diversidad étnica y religiosa con la que se formó y creció la India independiente en las últimas ocho décadas. El gran desafío de Modi -de ser reelegido- es lograr articular las dos Indias, la de sus votantes tradicionales en el sur y la de sus nuevos aliados empresariales en el norte, en torno de un gobierno central moderno y ágil pero con suficiente autoridad y reconocimiento como para reducir esa brecha.

India, invirtió unas 1,4 billones de  dólares, entre 2012 y 2022, en 20 empresas, entre ellos el Grupo Adani, constructor de puertos, autopistas, puentes y granjas, ubicando a su propietario como la segunda persona más rica del mundo tras Elon Musk.

Pese al crecimiento de la economía, de la mejora en  infraestructura, todo ha sido insuficiente para revertir la desigualdad;  el 90% de los 1.400 millones de habitantes, subsisten con menos de U$S 10 al día, pese a lo cual, el número de multimillonarios se triplicó en los últimos diez años. El gobierno compensa el desequilibrio con programas sociales y distribución gratuita de granos, inodoros, garrafas de gas y materiales de construcción, en especial en zonas rurales pobres. A la vez, avanzó en el cobro de impuestos sobre bienes y servicios como el IVA, que le aporta fondos para el gasto público. Oficialmente, se asegura que 248 millones de persona salieron de la pobreza, medición que es cuestionada en el exterior. India es sin duda, un actor estratégico y, sobre todo, un mercado gigantesco como China, lo que explicaría porque muchos se abstienen de criticar el liderazgo político de Modi. Un escenario principal de todo ese juego son los BRICS, cuya ampliación a media docena de países más potenció la influencia global del foro desde el Sur Global, algo que India pretende liderar.

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte