Retornamos ayer pasado el mediodia de unas vacaciones, que nos permitió recargar “pilas” para afrontar la tarea que desarrollamos en este diario, al cual ya nos reintegramos.  Al llegar, nos encontramos con las huellas dejadas por la violenta turbonada que se nos confirmó fue acompañada por abundantes lluvias. Arboles, ramaje y hojarasca por todos lados, demostraban la fuerza del registrado fenómeno cuyo costo final, fue de voladuras de techos, daños estructurales en casas y clubes, viviendas inundadas y calles cortadas por la caída de árboles y cables: todo lo que se registró en pocos minutos  después de las 21 horas del pasado sábado. Evento que impidió el programado desarrollo del último desfile de carnaval.

Según Metsul, esta serie de fenómenos, se explican por una variación climática extraordinaria que llegaron de la mano del fenómeno de El Niño, que ahora se dice antes del final del presente año, podría ser desplazado por el fenómeno opuesto de La Niña, por lo que podría llegar a generar otra sequía importante como la que vivimos durante tres años. Algo que esperemos no llegue a concretarse.

Pero a esta altura, lo que brinda la experiencia vivida de los últimos tiempos en materia meteorológica y climática, es que todo se puede dar. 

No debemos dejar de atender que Uruguay es el único país del mundo cuya superficie total está dentro de un corredor de tornados. Es así, que si bien estamos acostumbrados a las tormentas, debemos atender que frecuentes combinaciones de corrientes de aire, presión, humedad, frío y calor se combinan formando la receta perfecta para una violenta tormenta.

Estas tormentas, llamadas convectivas, pueden ser más o menos intensas. De esta forma puede ser solamente lluvia, aunque a medida que su intensidad aumenta se pueden sumar otros elementos: vientos fuertes, granizos y en última instancia un tornado.

Si analizamos un mapa de ocurrencia de tornados, podemos ver que en Entre Ríos se han dado muchos de esos eventos. En Rio Grande do Sul  también hay un numeroso registro. En Uruguay hay pocos informes, es como muy raro, como si de repente el río Uruguay fuera una especie de barrera anti tornados y no pasan.  

Pero si pasan, como bien lo prueba lo que se dio el sábado, pero no los observamos desde un punto de vista científico. Alguien que vive en el campo puede que vea un tornado de lejos. O si sucede de noche ni siquiera se visualiza. Pero no se reportan porque tampoco tenemos un sistema que permita reportarlos ordenadamente.

De esta forma, Uruguay tiene un subregistro de ocurrencia de tornados en su territorio por la sencilla razón de que no cuenta con equipamiento para detectarlos. Pero si ocurren y vemos las consecuencias: techos volados, árboles tirados, caída de columnas y  fallas por ello en el suministro de energía eléctrica y daños en el alumbrado publico. Las estimaciones de los estudiosos y de hasta el propio Inumet,  apuntan a que durante al menos 20 veces al año en Uruguay se dan las condiciones para que se genere un tornado. Aunque esto es muy variable y no quiere decir que haya 20 tornados por año.

Los tornados se desarrollan en vertical dentro de una tormenta y en Uruguay no existe un radar que pueda monitorear esa vertical y eventualmente dar la voz de alarma. Aunque un radar tampoco es una solución mágica. En ninguna parte del mundo los fenómenos extremos -como tornados, terremotos y tsunamis- se pueden pronosticar con mayor antelación a unos pocos minutos de anticipación. 

En tiempos de emergencia climática vale preguntarse, ¿es muy osado suponer que aumentará la ocurrencia de tornados por el calentamiento global? 

En Uruguay, podemos decir que aumentando la temperatura del planeta, los fenómenos como los ciclones extra tropicales van a suceder más seguido y seguramente van a ser más intensos.

Si ya está ocurriendo, es hora de prepararse. Porque debemos tener en cuenta que Uruguay es un país  de clima dependiente por su economía. Atendiendo que tenemos agro, energía, turismo. Por lo tanto lo mejor es prepararnos. Una tarea que ya deberíamos estar atendiendo.