La “brecha” generacional a superar
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Por José Pedro Cardozo
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El futuro de Uruguay, al igual que la mayoría de las naciones desarrolladas , es pasar a ser un país dividido entre una mayor población de adultos mayores que de jóvenes, con las consiguientes consecuencia en lo económico, social y político. Más allá de las claras tendencias demográficas, los puntos de partida de esta división pueden verse en las actitudes y el comportamiento de las distintas generaciones.
Hace 50 años atrás, confirmando aquello de que al Uruguay todo llega pero después de muchos años, una encuesta de Gallup reveló que el 74% de los ciudadanos de EE.UU., pensaba que ya existía una brecha generacional. Lo que se manifestó en las convulsiones sociales y políticas de los años sesenta y setenta. Una década más tarde en una encuesta de CBS/New York Times, sólo el 60% veía una brecha generacional. Hoy, tras pasar varias décadas, una encuesta del Pew Research Center revela que el 79% de los estadounidenses cree que existe una brecha generacional. Mientras que la brecha de los 60/70, se debió a la gran disparidad de puntos de vista entre los más jóvenes y los de más edad sobre la guerra de Vietnam, las relaciones raciales y los derechos de la mujer. La brecha actual se centra en otras cuestiones. Al presente, los estadounidenses de todas las edades, creen que las diferencias de valores constituyen la mayor razón de la brecha generacional. Los más jóvenes mencionan con frecuencia las diferencias en moral, ética, política y creencias, mientras que los mayores son mucho más propensos a decir que hay grandes diferencias en torno al sentido del derecho, sosteniendo que los jóvenes quieren que se les dé todo.
Aunque la percepción de "viejo" varía según la edad -entre 18 y 29 años piensan que se es viejo cuando se llega a los 60 años. Algo que los sesentones, rechazan sosteniendo que en este siglo XXI tener 60 años, representa en realidad los 40-50 de los nacidos en los 60/70. Para lo cual apuntan a la mayor expectativa de vida que ya alcanza a los 80 años y que ya no sorprende ver que muchos llegan a los 100 años.
Según estudios en los países desarrollados, la religión pasa a desempeñar un papel más importante en la vida de las personas a medida que envejecen. Entre 18 y 29 años (44%) afirman que la religión es una parte importante de sus vidas, pero ese porcentaje aumenta unos 10 puntos con cada incremento de edad y alcanza una mayor adhesión a partir de los 70 años,
Independientemente de que los jóvenes piensen que lo que les diferencia de las personas mayores, la utilización y adopción de las nuevas tecnologías, los mayores mantienen su atención y el uso de los medios de comunicación tradicionales. Ejemplo de ello, es que mientras los más jóvenes, ya no ven tanta televisión y si dependen en informarse, comunicarse y mensajearse por los celulares. Escribir una carta, para los mas jóvenes es cosa del pasado. La practica de leer, diarios y libros se mantiene en círculos con mayor edad, a lo que suman una tendencia a ver mas TV, desplazando en ello a los jóvenes. Para los jóvenes, es más fácil el relacionamiento y la comunicación entre sus pares, mientras que los adultos mayores, en general se refugian y aíslan en sus hogares y en sus círculos familiares, lo que de acuerdo al eco que tengan en esos ámbitos, se mantienen informados, activos e integrados. Una de las consecuencia de esta realidad, es que se ha desarrollado una cultura de confrontación, que apunta a definir al adulto mayor, como una carga, por la asistencia previsional, su demanda de asistencia medica y social. Algo, que muchos, sostienen, nace por la crisis de la familia y de la solidaridad y respeto entre las diferentes generaciones.
Lo que genera una cultura de confrontación que lamentablemente esta al presente muy extendida. Algo que en realidad a nadie le sirve, menos que menos a la sociedad en su conjunto, pero poco o nada se hace para plantear puentes de deseables y necesarios entendimientos.
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