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La abrupta caída de los nacimientos en Uruguay ya está teniendo efectos visibles, y el sistema educativo es uno de los primeros en sentir el impacto. Como era previsible, la directora general de Educación Inicial y Primaria, Olga de las Heras, confirmó una disminución en la matrícula de Educación Inicial y Primaria. Según De informó, la reducción asciende a un promedio de entre nueve y diez mil cupos por año. De mantenerse esta tendencia, el Instituto Nacional de Evaluación Educativa estima que para 2030 habrá 70 mil estudiantes menos en Primaria, en comparación con 2022. Esto representa una caída del 25% en la población escolar de entre 6 y 11 años.

El año 2024 ya dejó en evidencia esta situación, cuando se contabilizaron casi 10 mil alumnos menos en las aulas de Primaria en relación con 2023. Hasta ese momento, la matrícula en el sistema público de educación inicial y primaria alcanzaba los 317.762 niños, mientras que en 2022 había sido de 327.364.

Este descenso en la natalidad no solo afecta a la educación: también tiene implicancias profundas en otros aspectos de la vida nacional. La seguridad social, por ejemplo, ya enfrenta una presión creciente. La relación entre activos y pasivos tenderá a ampliarse, generando mayores costos en el pago de pensiones y jubilaciones. Según estudios del BPS, en 2030 Uruguay tendrá aproximadamente 3,4 millones de habitantes, una cifra similar a la actual, pero con una composición etaria distinta: 558 mil personas entre 0 y 14 años, 2,2 millones entre 15 y 64 años, y 686 mil mayores de 65 años. Comparado con 2011, esto implica 156 mil niños menos y 137 mil adultos mayores más.

Las causas de esta baja natalidad han sido ampliamente estudiadas. El principal factor identificado es la adopción de un comportamiento de "stopping": la decisión de no tener más hijos una vez alcanzado el número deseado. También se menciona una postergación en la edad del primer nacimiento, más marcada en los sectores medios y altos, mientras que en los sectores más desfavorecidos esta tendencia no se observa o incluso se adelanta.

Además, la disminución de la fecundidad adolescente y temprana explica más de la mitad del descenso total de los nacimientos. Este fenómeno ha sido facilitado por el acceso a métodos anticonceptivos a través del sistema público de salud y la legalización del aborto en casos de embarazo no deseado o producto de una violación.

Otro elemento clave es la tendencia a la reducción de la fecundidad en edades centrales o avanzadas, lo que refuerza la preferencia por familias más pequeñas, con uno o dos hijos como modelo predominante.

El estudio "La gran caída. El descenso de la fecundidad uruguaya a niveles ultra bajos (2016-2021)", publicado en la revista Demographic Research, destaca que esta reducción no tiene precedentes en la historia del país. La caída del 37% en la tasa de nacimientos en un período tan corto es una señal de alerta. En el último quinquenio, Uruguay cruzó el umbral de 1,5 hijos por mujer, alcanzando tasas similares a las de Costa Rica y Chile, y registrando un descenso del 19,8% en relación con 1996.

Este panorama plantea un desafío ineludible. Uruguay se enfrenta a un envejecimiento poblacional acelerado, con profundas repercusiones en el sistema educativo, la seguridad social y el mercado laboral. La caída de la natalidad no es solo una cifra estadística: es una transformación estructural que exigirá respuestas políticas y sociales.

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