Sobre izquierda-derecha y pensiones hereditarias
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Por José Pedro Cardozo
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jpcardozo@laprensa.com.uy

Primero, adhiero a lo que dijo Ortega y Gasset, "ser de izquierda es, como lo es ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil; ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral''. Es que optar por una u otra tendencia es cerrarse intelectualmente a una visión global de la realidad, a no escuchar ni aprender del otro, a negarse a reconocer los defectos propios y errores, pero sí exacerbar los ajenos. Son más que picardías políticas, porque la derecha como tal no existe, es solo un invento de la ideología marxista, leninista, que la necesita, lo cual le da buenos resultados.
Los grupos que representan estas ideologías, con diferencias de ser más o menos radicales, se autoproclaman de izquierda y en este espectro abundan agrupaciones, la mayoría conformando coaliciones. Ejemplo notorio, tenemos en el país. La lógica maniquea de este accionar marxista indica que si hay una izquierda tiene que haber una derecha; resultando para esta gente, en su cerrado mundo ideológico, que todo aquel que no comulga con sus ideas pasa automáticamente a integrar la fila opuesta; es decir la derecha.
Los otros, son en general, la burguesía y, en particular, el fascismo; y este calificativo más duro es para los que retrucan sus planteamientos, que ni se molestan en leer o escuchar; porque en el espectro ideológico solo se manejan con frases o limitadas palabras clave, de manera que si alguien intenta sacar de su cerrado mundo y contarle que existe otro, o le demuestra su error conceptual, lo más probable es que no se le escuche y se le enfrente con notorio tono agresivo.
Es una ideología, donde el otro, el que no comulga con sus ideas, no merece atención ni consideración. De esa forma, su ruina, su fracaso, no solo les resulta intrascendente sino que se les resulta necesaria.
Así se puede entender el mecanismo mental-moral que tienen y que no les mueve un pelo el saber que su ideología produjo a lo largo del siglo XX más de cien millones de muertos, ellos viven su sueño revolucionario; así apoyan con su silencio lo de Nicaragua, Venezuela y Cuba, todo lo que pasa en el continente africano y los muertos por la corrupción.
Pero por otro lado les gusta victimizarse, que es un buen negocio. Defienden a quienes fueron sediciosos, pintados de luchadores sociales a quienes presentan como víctimas del terrorismo de Estado y se olvidan de las víctimas de sus acciones con bombas, copamientos, asaltos, acciones guerrilleras que las hubo y que por razones de edad, conocimos de forma directa. No nos comemos “el relato” de su lucha contra “la dictadura” que no existía. Si un gobierno fuerte, duro, como fue el de Jorge Pacheco Areco.
Con esta doble moral es que el espectro de la izquierda se llevó millones con los juicios alentados por víctimas de terrorismo de Estado, por desaparecidos, que según aseguró hace poco Amodio Pérez, muchos gozan de buena salud…
Hasta llegar al pago de reparaciones que se disponen y se establecen exclusivamente en el mundo liberal-capitalista. Porque no se conoce, al menos nunca escuché, que las personas que han vivido bajo dictaduras marxistas y sufrido torturas cuando no asesinatos, exilios y desapariciones, hayan cobrado ellos o sus parientes alguna vez una moneda. O es que los deudos de los balseros cubanos desaparecidos en el mar, o los asesinados por el Che, las víctimas de Ortega, Chávez y Maduro, ¿algunas veces cobraron algo? Mejor lo dejamos ahí, porque no creo que haya dinero suficiente en este mundo para pagar a las víctimas del terrorismo de estado del orden marxista o socialista . En nuestro país, se les concedió por gobiernos de izquierda a su paso por el poder, hasta en forma hereditaria pensiones especiales, muy superiores a las jubilaciones medias, de quienes han trabajado y aportado durante toda su vida laboral. Pero de ello, no se habla ni se comenta mucho, porque no les gusta ni les conviene, porque de esa forma se cae aquello de “la equidad” que solo corre para unos, pero que sí pagamos todos. Dejando bien de lado aquello de patria para todos o para nadie…
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