El endeudamiento no es malo por si mismo. Es una herramienta financiera valida y posible para las empresas, las personas y los estados nacionales y departamentales. Es más, la inexistencia de deudas puede parecer más un caso de mala praxis que de salud financiera cualquiera sea el caso, no tener deudas no es de ninguna manera una virtud necesariamente. Las empresas invierten en compras de otros bienes con dinero de los bancos, las personas compran viviendas o campos con dinero de los bancos, los estados hacen obras de infraestructura u otras con dinero de los bancos. Es la manera de financiar el desarrollo, la manera de sobrevivir en el mercado, mejorar las condiciones del negocio y la calidad de vida. Así que el endeudamiento no es el problema, ni es mala palabra. El asunto dudoso a tener en cuenta es la capacidad de pago, el plazo de las operaciones, la tasa de interés que se consiga, y la calidad del gasto que se va a realizar con el dinero prestado. Si en los casos personales los prestamos son para comprar autos de alta gama y financiar un estilo de vida que no corresponden a los ingresos que se tienen, entonces, se trata de una operación suicida. Si además se pide financiamiento a los prestamistas informales y usureros, la cosa se torna peor y hasta eventualmente peligrosa. Gastada la plata hay que empezar a pagar, y ¿Con qué? El negocio y las rentas propias no pueden afrontar los pagos, comienzan los atrasos y asoma la moratoria, hasta que llegan los cedulones y el remate de los bienes de garantía existentes… un desastre. En este caso la deuda mal habida en cuanto al destino y la forma resulta una catástrofe que invariablemente termina mal. Crédito de esta forma y para estas personas es invariablemente un problema grave.

Ahora bien, si el que solicita el dinero es la Intendencia de Salto, que tiene una infraestructura armada y poderosa, con capacidad de pago asegurada a través de los impuestos que se pagan al Sucive y que representan solo el 7% de los recursos generados, si la tasa de interés no será mayor al 8 % y con un plazo de repago de hasta 20 años, y que además el destino del dinero en un 55% va dirigido a obras sensibles para el departamento como avenidas, vertedero municipal, saneamiento en Daymán y el otro 40% será utilizado para pagar deudas viejas y atrasadas, con reperfilamiento de la deuda a otros plazos para aliviar el peso cotidiano del cumplimiento de las obligaciones contraídas.
La intendencia recibe recursos nacionales a través de los Fondos establecidos por Ley. Son utilizados para caminería rural y urbana, además de otras obras departamentales. Esta bien…

La intendencia recibe recursos de los impuestos y tasas que cobra, básicamente la contribución urbana y rural, las patentes de rodados. Millones de dólares que se cobran fundamentalmente a través del Sucive. Es la garantía del re pago del préstamo solicitado. La intendencia recibe recursos redireccionados de otros sectores y rubros. La eficiencia en el gasto, el uso racional de los recursos humanos genera un ahorro sustancial. El cese de los funcionarios contratados y monotributistas representan U$S 6 millones anuales, o sea $30 millones en el quinquenio. En esta materia debe haber más control y acciones a tomar. Los impuestos no se pueden subir y el ahorro tiene un limite; aumentar la presión en esta materia son más despidos, privatizaciones, eliminación de subsidios... punto, ya fue suficiente. por ahora.

En este marco, la solicitud de endeudamiento, que seguramente será en la modalidad de Fideicomiso, por un monto de 60 millones de dólares, viene como anillo al dedo para promover y asegurar el futuro de Salto. Los estados en mucho peores condiciones piden dinero a la banca internacional y la emisión de bonos. Las intendencias de Paysandú, Canelones, Maldonado recorren el mismo camino, no como una herramienta inédita y novedosa, en varias oportunidades han solicitado financiamiento a largo plazo y ha sido la manera de avanzar y progresar. Ha llegado la hora de Salto…