La Prensa Hacemos periodismo desde 1888

Este 27 de octubre se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento del general Fructuoso Rivera, el principal soldado de la independencia oriental. Fue el primer presidente constitucional del Uruguay, pero antes que político fue guerrero, artiguista y patriota. Su nombre está escrito en los cimientos mismos de la nacionalidad.

Rivera fue uno de los más brillantes jefes militares de la revolución artiguista. Luchó junto a José Gervasio Artigas desde los primeros días del proceso emancipador y fue protagonista de hechos decisivos que abrieron el camino de la independencia oriental. Su valor se manifestó en las batallas de Guayabos, donde derrotó a los portugueses; en Rincón, donde aniquiló a las fuerzas imperiales brasileñas; y en Sarandí, donde su actuación fue clave para la victoria de las fuerzas patriotas.

Pero su gloria no se limitó solamente a estas batallas. Fue también el héroe de la reconquista de las Misiones Orientales, empresa que consolidó el dominio oriental sobre un vasto territorio y fortaleció la causa de la independencia. Esa hazaña militar, una de las más notables de la época, abrió el camino hacia la emancipación definitiva.

Para el pueblo, sin embargo, Rivera no fue el general de los libros ni el político de los palacios. Fue, sencillamente, “Don Frutos”. Cercano a los hombres de a caballo, conocedor de las penurias del pueblo rural y símbolo de la fuerza criolla, Rivera encarnó como pocos el espíritu de su tiempo: audaz, leal y profundamente oriental.

Es cierto que Lavalleja ha sido consagrado con justicia como el “Libertador”, pero no es menos justo reconocer que Fructuoso Rivera fue el verdadero Fundador de la Independencia. Así lo entendió en su tiempo Carlos Anaya, quien al sucederlo interinamente en la Presidencia de la República lo proclamó con ese título que hoy, más de siglo y medio después, merece ser reivindicado.

Rivera no fue un hombre perfecto —ninguno de los grandes fundadores lo fue—, pero su figura ha sido injustamente sometida a la infamia de los prejuicios y de la desmemoria. Sus detractores, desde distintos sectores políticos e ideológicos, han intentado reducirlo a una caricatura, olvidando que sin su brazo, sin su decisión y sin su genio militar, la independencia oriental difícilmente hubiera sido posible.

Es hora de poner fin a esa injusticia. La historia del Uruguay le debe a Rivera una reparación moral. Su aniversario, que inexplicablemente suele pasar desapercibido, debería ser ocasión de homenaje y reflexión. No puede seguir siendo un día más en el calendario, sino una fecha de memoria nacional.
Y, sobre todo, debe ser el Partido Colorado, que él mismo fundó, quien asuma como deber histórico la reivindicación de su figura. Rivera no solo dio origen al Estado uruguayo: fue el creador del instrumento político que, a lo largo de generaciones, dio forma institucional a la República. Sin Rivera no habría Partido Colorado, pero tampoco habría Uruguay libre, independiente y civilizado.

Recordar a Fructuoso Rivera no es un acto partidario, sino un acto de justicia patriótica. Es reconocer al soldado que empuñó la lanza artiguista, al caudillo que venció en Guayabos, Rincón y Sarandí, al estadista que organizó la Nación, y al hombre que —más allá de toda disputa— legó al país su independencia y su identidad.

Por eso, cada 27 de octubre, cuando el silencio del olvido intente imponerse, debemos repetir con orgullo su nombre y su legado:
Fructuoso Rivera, el soldado que fundó la independencia del Uruguay

Comentarios potenciados por CComment

Ranking
Recibirás en tu correo electrónico las noticias más destacadas de cada día.

Podría Interesarte