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Mi  padre era brasilero y carioca, Sergio Kroeff Piegas. Pero yo nací en acá, en el Sanatorio Salto y enseguida regresamos a Rio de Janeiro (Brasil), lugar de residencia de la familia. Con año y medio de edad mi padre falleció súbitamente y mama regresó al Salto natal, conmigo de la mano y mi hermana en el vientre por nacer a la brevedad. Fijó nuevo domicilio, joven y viuda, madre de dos hijos, en el Salto Oriental.

Soy hijo de familias coloradas y batllistas, tanto por parte materna como paterna, pero fundamentalmente de mi abuela Virginia Piegas da Cunha, madre de papa, única integrante colorada de una familia patricia íntegramente de origen nacionalista, la mancha colorada en un clan de blancos, siempre fue un estigma inentendible. Hubo blancos por doquier, algunos de izquierda es cierto pero nunca Piegas colorados como sangre de toro (por lo menos en esa rama familiar), con conexiones e influencia en el mundo batllista,  amiga dilecta de don Ramón Vinci en Salto y vinculada estrechamente a la familia de Luis Batlle Berres y su esposa Matilde Ibañez en Montevideo, madrina política  de Jorge Batlle y la tía postisa de Pona y Luis, el pianista famoso, todos hermanos e hijos de los Batlle-Ibañez.

 

Crecí en una familia pequeña, integrada por mi abuela materna, Nicolina Nobre de Devincenzi, también batllista luisista de ley, mi madre Giselle Devincenzi Nobre, amiga del joven Jorge Batlle en sus venidas sociales y políticas a Salto oportunamente, y mi hermana María. En principio también estuvo mi abuelo Nicanor Devincenzi Amaro, colorado de la tradicional lista 22, que falleció en 1965, casi al mismo tiempo que mi padre Sergio.

 

En el correr de mis tempranos años tuve mucha influencia de mi abuela Virginia, con ella ingresé al entorno de los Batlle Ibañez. Solíamos ir a la casa de Matilde, a los conciertos de Luis en el Teatro Solis, que iba muy seguido a casa de mi abuela a tocar el piano, un Stanway instalado en el living, también Jorge iba asiduamente y fui testigo de conversaciones memorables en tardes de té ingles, , viajaba todos los años en en febrero  a Punta del Este, a la casa de los suegros de Jorge, la familia Lamuraglia, padres de la primera esposa de Jorge, Bigi Lamuraglia, iba todo un mes junto a Raúl Lorenzo y Beatriz los hijos del matrimonio, amigos entrañables.

 

De manera entonces que puedo decir con orgullo y sentimiento que fui casi un familiar y un ahijado político de Jorge Batlle. En mi casa como no había presencia masculina ni ejercicio de paternidad yo rápidamente y de acuerdo a las circunstancias adopté naturalmente la figura casi paternal de Jorge Batlle. Yo crecí, me formé en la admiración y el cariño filial respecto a Jorge y su familia, amigos cercanos de los míos y dirigente del Partido Colorado y el Batllismo. De manera que estuve al lado de Jorge en momentos cruciales y en circunstancias memorables, que agradezco a Dios haberlos tenido y disfrutado. En Salto, en Montevideo, en el interior del país, en el edificio Libertad, en la residencia presidencial, en la Estancia de Anchorena, en corredores y despachos del Senado de la República, en la chacra de Solís, en el Hipódromo, en las estancias recorridas de Salto en campañana electoral, en las conferencias del Teatro Larrañaga o en el Ateneo,  en las entrervistas con los medios, en los apartamentos de Montevideo en Pocitos, en Duvimioso Terra, en 18 y Jaime Cibils, en el Buceo, con Bigi Lamuraglia primero y con Mercedes Menafra luego,  en los actos populares en Cerro Largo, Rivera, Florida, tomando mate a la mañana en su habitación del Hotel Salto, en la casa de Graciela Delgado, con Pete Landa, Hermes Silva y tantos otros, haciendo nexos con José Martínez del Movimiento de Horticultores, visitando a Malaquina en su casa de Arenitas Blancas, reuniones extraordinarias  con el Tato Solari y también con Héctor Hugo Corti… fui participe de todo eso.

 

Yo creo que Jorge fue un hijo privilegiado de la familia Batlle, el cuarto en ser presidente de la República, en el siglo XIX Lorenzo Batlle, en el XX José Batlle y Ordoñez y Luis Batlle Berres, en el XXI Jorge Batlle Ibañez. Gran político y persona, inteligente, valiente y honesto, murió pobre como todos los grandes gobernantes. También Fructuoso Rivera en su época fue inmensamente rico pero murió inexorablemente pobre. Yo tuve la gracia de Dios de ser parte de su vida y disfrutarlo plenamente. Soy militante natural y convencido de las causas de Jorge, siempre lo he sido  sin nada a cambio sino la satisfacción de seguirlo y colaborar con mi amigo y confidente, en las elecciones, plebiscitos, convenciones, vida partidaria y política en general.

 

En un nuevo aniversario de su muerte, al pasado 24 de octubre fueron 7 años de su partida, mi emocionado homenaje en su recuerdo y el profundo sentimiento de tristeza por la falta incomparable de su persona y la sabia palabra de su amistad  fraternal.

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