Generar moral en tierras vírgenes
- Por Lic. Fabián Bochia

Hemos escuchado y leído con atención el tema Gustavo Penadés y los terribles tiempos que han generado un daño devastador en decenas de niños.
Sobre eso queremos marcar algunas puntualizaciones que nos parecen interesantes mezclándolas con anécdotas propias que pueden ayudar a dar un cuadro de situación y hacer entender que es muy importante tener relación con los hijos, con los nietos, con los hijos de la pareja, hablar, estrechar vínculos y, sobre todo, generar moral, generar la capacidad de introducir hábitos sanos en mentes vírgenes, en mentes que comienzan a desarrollarse y a creer en la palabra de los referentes que se tiene alrededor.
Uno de los comentarios que nos llamó la atención fue el de un niño de nueve años que era ultrajado por Penadés. El chico amaba jugar al fútbol y el ex dirigente del Partido Nacional le pagaba a la barra del chico, en un barrio de la capital, pelotas, camisetas, redes, shorts, o sea todo el combo necesario para tener el cuadrito.
El chico de tan corta edad tenía que masturbar a Penadés y otras ordinarieces sobre las que no es conveniente avanzar. El niño, según acta de fiscalía, se decía a sí mismo si eso era "lo que tenía que hacer para jugar al fútbol". O sea, pensaba que debía pasar por las bajezas de este ser inmundo para luego darle rienda suelta a su espíritu futbolero. Pero claro, había detrás un trabajo del ex legislador haciéndolo creer que una cosa podía llevar a la otra. Profundicemos en esto, vamos a suponer que usted, amigo lector, si es padre, madre, abuelo, quizás haya usado una táctica de premios para con sus chicos.
Por ejemplo, "si hacés los deberes vas a jugar al fútbol,", "si tendés la cama vas a jugar al básquetbol", o al voley, o a la danza, o al paseo con los amigos. Muchos hemos usado esa táctica, "si hacés los deberes de la escuela, si levantás las notas de Historia", en fin, tácticas que se usan habitualmente para que el deber se encuentre antes del placer. "Primero cumplí y después disfrutá", le decimos o hemos dicho a nuestros gurises y es una táctica muy común que siempre rinde sus frutos.
Claro, usted amigo lector tiene moral, camina por principios de honestidad y entereza. Pero este ser impresentable pasaba por otros caminos. Pero el chico creía en el mayor, el chico creía que debía hacer esas bajezas para luego poder acceder al fútbol. Increíble pero en su cabeza anidaba ese peaje que este roñoso lo hacía pagar. Volvemos al caso posible de nuestros hijos o nietos. Nuestros chicos asumen que deben hacer el cuarto, la cama, el deber, el mandado, para luego ir a lo lindo que sería el básquetbol, la danza, el patín. En su cabeza una cosa lleva a la otra pero "esa cosa" implica acciones sanas moralmente y positivas. Naturalmente todo lo contrario al chico de nueve años abusado por Penadés.
Pero ese chico necesitaba a muerte la referencia de un adulto de la familia que lo orientara y le dijera qué es lo posible y que es lo imposible moralmente. Le faltaba ese faro de aporte que es un adulto lleno de entereza, valores y moral. Por eso Penadés se manejaba como pez en el agua, porque ese chico estaba a la deriva, porque ese chico no tenía una referencia que le dijera lo que está bien y lo que está mal. Y esa ausencia de moral permitía que creyera que la ordinariez era el pago por poder luego tener un equipito armado para jugar al fútbol. Si ese chico hubiera tenido otra orientación hubiera frenado a Penadés, hubiera puesto en tela de juicio el precio que tenía que pagar por jugar al fútbol. No lo olvidemos, esta gentuza avanza por la ausencia de la gente de bien, por la confianza exacerbada en el otro. Entonces es deber de los que tenemos moral ocupar todos los espacios para que los seres malvados no se muevan a gusto.
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