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La estructura académica de Departamentos e Institutos Académicos se ha ido construyendo desde el año 2008 y se ha ido expandiendo en los últimos años, dado la integración de nuevas formaciones, hasta la determinación de cese de los Coordinadores y Referentes académicos formulado por el Acta 42 Res. 35 y por el Acta 42 Res. 38 del 23 de noviembre de 2021 dicen las Asambleas Técnico Docentes de Formación Docente.

La ampliación de estos espacios académicos estuvo definida por la organización de Institutos Académicos que surgieron desde distintos fundamentos y determinaron la agrupación de departamentos/campos de saber. La variedad de criterios y posturas para definir la conformación de tales institutos académicos queda a la vista cuando se identifica el listado de departamentos, secciones o subsecciones que los componen. Aquí se abre un terreno fértil para indagar desde qué matriz epistémica se configuró cada instituto académico. En una primera aproximación se observa que cada uno de estos institutos se diseñó desde bases gnoseológicas y epistemológicas muy diversas. Los primeros departamentos académicos se definieron desde los pilares identitarios de la formación docente. Se identifican los que refieren al trayecto de formación específica y al trayecto de formación en disciplinas en ciencias de la educación (antes denominado tronco común, actual Trayecto de Formación Equivalente para Educadores).

En cuanto, al trayecto de formación didáctica prácticas profesionales si bien estaba prevista su creación en el SUNFD (Sistema Unificado Nacional de Formación Docente de 2008). no logró concretarse por la diferencia de fundamentos que tenían las tres formaciones existentes respecto al campo de la Didáctica. En cuanto a la estructuración de los Institutos Académicos, en unos casos se observa un conglomerado de Departamentos Académicos desde el cual resulta complejo dilucidar las razones y criterios que se tomaron para decidir tal agrupamiento. Ej. Instituto de Matemáticas y Ciencias incluye campos de saber tales como Matemática, Biología, Informática, Sociología entre otros. En otros se evidencia el predominio de las tradiciones que ciertas formaciones específicas han adoptado. Ej. Instituto de Educación Social, Instituto de Disciplinas Técnicas y Tecnológicas.

En el caso de la Carrera de Primera Infancia, el modo de organización académico se definió desde criterios que siguieron la especificad de la carrera, y se materializaron a través de salas docentes. En este caso, vale aclarar, que es preciso ampliar información al respecto pues no se reunió toda la información correspondiente.

En resumen, esto da cuenta que la conformación de los Departamentos e Institutos Académicos siguió caminos distintos, unos pusieron el énfasis en los campos del conocimiento que constituían los ejes o pilares de la formación. Se advierte que al mismo tiempo, conjugaron lógicas disciplinares y/o interdisciplinares y/o multidisciplinares (unidades académicas básicas y unidades académicas asociadas). Otros adoptaron los criterios de la especificidad de las carreras y desde ahí organizaron los campos del saber en los departamentos académicos que entendieron pertinentes.

En el escenario actual, al tener como primera meta la reorganización de la estructura académica sin perder de vista la concreción de la institucionalidad universitaria, sería fundamental comenzar a andar sobre decisiones fundadas. La organización temporal a corto, mediano y largo plazo no puede crear provisoriedades que luego se conviertan en permanentes. Es comprensible y oportuno traer a la reflexión a modo de advertencia, el conocido planteo de Hanna Arent: que los tiempos políticos no son los tiempos de la educación. En tal sentido, podría extenderse su significación y alertar una vez más que los tiempos de la gestión quinquenal no se corresponden con los tiempos institucionales.

Las políticas educativas para plasmarse y además, dar lugar a evaluaciones sistemáticas, requiere tiempos de más largo plazo. Por otra parte, el escenario de desinstitucionalización que nos atraviesa en todos los niveles (macro-meso y micro), encuentra muy debilitadas las estructuras académicas y curriculares. Recomponer la institucionalidad de la formación en educación implica un esfuerzo paciente y con fundamentos para salir de a poco pero con pies firmes del descarrilamiento de la cultura universitaria.

No podemos volver a incurrir en la improvisación, en decisiones precipitadas y en los mecanismos de resolución caso a caso. De acuerdo a los antecedentes esbozados, se puede afirmar que la departamentalización fue el primer espacio académico de alcance nacional, que estructuró por diversos campos del saber, que incorporó las funciones de enseñanza, investigación, extensión y generó los mecanismos para la formación de los docentes. Tal como lo señalaron Cortazzo y Silva (2022) haber incorporado los departamentos académicos constituyó “un soporte esencial para el desarrollo de una institución docente de nivel superior”, que entre sus objetivos tenía la promoción del “trabajo coordinado, la investigación y la extensión con la consecuente mejora de la calidad de la labor docente, la cual repercute en la formación de los futuros docentes” 

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