Insoportable cultura del informalismo
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Por el Lic. Fabián Bochia
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fbochia@laprensa.com.uy

Hay un tema que es clave para cualquier desarrollo y que Salto viene exhibiendo siempre en el furgón de cola del país y es el del informalismo. Ninguna nación, ningún departamento, ninguna región crece a partir de la informalidad, hay que buscar la formalidad mayor. Sobre eso se pueden recabar datos de otras épocas, por ejemplo de años muy buenos económicamente de nuestro país. En la memoria se nos vienen los años 2012 y 2013, de los mejores que recordamos en los tiempos recientes. Bueno, esos años fueron de muy buena formalidad, o sea que la gente cuando puede da el paso a estar inscritos en BPS, en pagar en DGI por lo que se puede inferir que en el espíritu de la población uruguaya está el ser formal, el informalismo surge como respuesta. Pero de todas formas es clave dar esos pasos, empezar a concientizar a la gente que hay que estar en el lado del derecho, en el lado de las formalizaciones.
Salto es una tierra compleja en eso pues tenemos por un lado la frontera con Argentina que ha generado una espantosa cultura de "ir a Concordia" a surtirse ante cualquier situación de mediana conveniencia económica. Pero también está muy cerca la frontera brasileña por el lado de Bella Unión por lo que también aparece una válvula para traer mercadería en régimen de contrabando lo que potencia toda esa informalidad que el salteño encarna.
Pero además acá se arman comercios al toque en espacios públicos lo que aumenta la aberración. De fondo también está todo el tema de la falta de trabajo pero hay que recordar que el informal le quita fuerzas al formal y se pierden muchos puestos de trabajo a partir de la informalidad que también es una cultura muy compleja de revertir.
Pensemos que ese comercio que se levantó en un espacio de un ente estatal, de un ministerio, de lo que sea, no paga alquiler, no paga obras, es simplemente un armado de maderas, alambres y algo de material de mayor resistencia que empieza con unos cajoncitos, luego le agregan un frízer para los días de calor y cuando se quiere acordar hay una especie de laberíntico supermercado con todo a disposición de la gente. Y como no figura en nada no recibe inspecciones de BPS o DGI o si las recibe la va llevando todo lo que puede. Ni hablemos si una persona sufren un accidente en esas estructuras, no hay seguro, no hay nada.
En Salto se ha generado esa forma de pensar y actuar que es al menos compleja pues la idiosincrasia local no toma como error, falta a la norma o delito el ser informal, es más, casi que se asume como algo natural y a lo que hay que recurrir o cuando está brava la cosa o cuando hay que bajar los costos. Lo que termina siendo perjudicial para todos pero que ha hecho escuela y muy fuerte en toda la comunidad. Hay incluso algunos que entienden que el informalismo es natural, se crían así y no tienen empacho en marcar que eso es lo que está bien.
Revertir esto es muy complejo, es como querer sacar el mate y el asado de las familias uruguayas, está grabado a fuego. De todas formas conviene decir que el Estado muchas veces, o siempre, mira para el otro lado en varia situaciones pues entiende que esa precariedad, que esa informalidad salva un montón de puestos de trabajo y le permite a cientos o miles de personas encontrar el pan al final del día. Lo que es media verdad pues la informalidad deteriora todo y genera problemas para el formal. Este tema debería atenderse en una política de años que se consensuara entre los diferentes gobiernos.
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