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Fue la más duradera (1835-1845) de varias revueltas en el Brasil Imperial. Alcanzó a quebrar temporalmente su integridad territorial. Se inició por el descontento de ganaderos y saladeristas de Rio Grande do Sul con los altos impuestos. El principal producto ríograndense era el charque, que se consumía en el sudeste y nordeste brasileños. El charque uruguayo y el argentino gozando menores tasas, la principal demanda riograndense era por una competencia justa. También otras razones contribuyeron al inicio revolucionario:


- Insatisfacción con impuestos al ganado en la frontera con Uruguay;
- Insatisfacción con la creación de la Guardia Nacional;
- Descontento por la negativa del gobierno a asumir las pérdidas ocasionadas por una plaga de garrapatas que atacó al ganado en 1834;
- Insatisfacción con el centralismo del Gobierno y la falta de autonomía Provincial;
- Circulación de ideales republicanos y federalistas en la región.

Ya en 1816, Portugal había invadido la Provincia Oriental buscando contener la penetración del liberalismo artiguista. Luego, entre 1820 y 1825, Rivera influyó para despertar tales ideales entre la oficialidad riograndense.

La suma de factores llevó a los "gaúchos" a rebelarse contra el Gobierno Imperial el 20 de septiembre de 1835, fecha patria riograndense de similar importancia allí que el 7 de setiembre de 1822, Independencia brasileña.

Al principio, la revuelta no tuvo carácter separatista, pero poco a poco esa idea cobró fuerza, produciéndose en setiembre de 1836, la proclamación por el Gral. Antonio de Souza Neto, de la República Ríograndense, también conocida como República de Piratiní, su capital.

La Revolución Farroupilha fue liderada por el Gral. Bento Gonçalves, militar y hacendado, quien sería Presidente de la República Ríograndense. Otros nombres importantes fueron el Gral. Daví Canabarro, Giuseppe Garibaldi y el Gral. Bento Manuel Ribeiro, quien alternó entre imperiales y republicanos. La guerra republicana llegó a Santa Catarina, proclamándose la República Juliana en julio de 1839, pero en noviembre fue retomada por los imperiales.

La lucha de los farrapos no contó con el respaldo de toda la población; Porto Alegre no apoyó. La guerra, a pesar de su larga duración, en general no tuvo grandes combates. En 10 años murieron 3.000 personas. La revuelta negra e indígena de Pará, en la misma época, dejó 30.000 muertes. Los combates se centraron en enfrentamientos de caballería, destacándose la victoria republicana en Seival. A medida que se consolidó la reacción imperial, los farrapos perdieron fuerza y recurrieron a guerrillas.

Existiendo la posibilidad de federarse Río Grande do Sul con Uruguay y algunas Provincias Argentinas, para contener la Revolución el Gobierno Imperial designó a Luís Alves de Lima e Silva, Barón de Caxías, futuro Duque de Caxías. Caxías, comandando 12.000 soldados profesionales fue muy eficiente. Logró asfixiar a los gauchos revolucionarios con acciones militares estratégicas y, mediante diplomacia, conducirlos a la negociación.

La paz se firmó en el Tratado de Poncho Verde, a 6 km de la frontera uruguaya, donde los Farrapos finalizaron la revolución y aceptaron los términos propuestos por el gobierno, estipulándose:

- Impuesto del 25% sobre el charque extranjero;
- Amnistía para los revolucionarios;
- Incorporación de los militares farrapos al ejército Imperial, manteniendo su rango;
- Derecho de la Provincia a elegir su propio Presidente, pero esto no se cumplió;
- Los esclavos que lucharon del lado republicano serían liberados de la esclavitud. Tampoco cumplido.

Garibaldi no quiso quedarse; pasó a Uruguay, incorporándose al Gobierno de la Defensa. También Antonio de Souza Neto, no aceptando el régimen imperial, migró con su gente y sus pertenencias, instalándose como hacendado en Piedra Sola.

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