Transitamos las últimas horas del año 2025. Un tiempo que se escurre de manera silenciosa pero definitiva, porque lo vivido ya no vuelve. Las oportunidades que pasaron no regresan, las palabras que no se dijeron quedan suspendidas en el aire, y las acciones que no emprendimos se archivan sin posibilidad de corrección. El cierre de un año no es solo una convención del calendario; es, sobre todo, un ejercicio de memoria, balance y responsabilidad frente a lo que fuimos capaces —o no— de hacer.