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El pasado domingo, durante el tradicional encendido del árbol de Navidad en Plaza Roosevelt, el gobierno departamental acompañó la celebración con un espectáculo de fuegos artificiales. Al poco tiempo, las redes sociales se inundaron de quejas por el uso de pirotecnia sonora. Los argumentos fueron múltiples; el sufrimiento de los animales, la sensibilidad auditiva de los niños – en especial aquellos con trastorno del niño espectro autista-, el impacto en mascotas y animlaes de la calle, e incluso el malestar de personas mayores. En una disucusión que se repite cada fin de año, pero que esta vez volvió con más fuerza.

Reconocer que la pirotecnia sonora genera efectos adversos en varios sectores de la sociedad es un punto válido. Hay evidencia de que el ruido excesivo puede desorientar animales, causar estrés en perosonas vulnerables y derivar en situaciones de riesgo. Es entendible, entonces, que muchos salteños manifiesten preocupación. Sin embargo, también es cierto que el uso de pirotecnia forma parte de celebraciones populares desde hace décadas, y que abandonar una costumbre tan arraigada requiere un debate serio, equilibrado y coherente.

En estas últimas horas circularon cientos de publicaciones exigiendo la prohibición inmediata de la pirotecnia sonora, cuestionando duramente al gobierno departamental por haberla utilizado durante un evento público. Si esa es la postura mayoritaria, entonces corresponde plantear la discusión con la misma firmeza pero sin doble vara. Porque si el argumento central es proteger a quienes sufren con el ruido, la coherencia exige que el pedido se extienda a todos los ámbitos donde se utiliza pirotecnia sonora; no solo en el encendido del árbol de Navidad, sino también durante las fiestas tradicionales, los eventos deportivos, los festejos de fútbol o en celebraciones privadas. La coherencia es la base de cualquier discusión pública seria. O promueve su eliminación integral, o se acepta que su uso, regulado y acotado, seguirá formando parte de ciertas actividades.

La conversación que se abrió este domingo puede ser una oportunidad para discutir alternativas más seguras y respetuosas, como la pirotecnia lumínica o los espectáculos de luces y drones que ya se aplican en varias ciudades del mundo. Pero para avanzar, primero es necesario un debate honesto, con criterios iguales para todos, sin que las exigencias cambien según quién sea el responsable de encender un fuego artificial.

Si Salto quiere dar un paso hacia la celebración más inclusivas, responsables y modernas, tiene que hacerlo de manera uniforme. Porque los derechos, las sensibilidades y los ciudadanos no deberían depender del calendario ni del lugar donde se enciende un cohete, sino del compromiso real con la convivencia.

Como Edil departamental del pueblo salteño, me comprometo a presentar ante la Junta Departamental una moción formal -o, de ser necesario, un proyecto- que impulse la discusión seria, responsable y actualizada sobre el uso de pirotecnia sonora en el departamento.

Considero fundamental abrir esta instancia institucional para concientizar, escuchar a todas las partes involucradas y evaluar alternativas que permitan avanzar hacia prácticas más respetuosas con la comunidad y con el entorno.

Mantengo un diálogo constante con representantes de distintos órganos legislativos y departamentales, y entiendo que este es un asunto que nos interpela a todos. Por ello, asumiré la responsabilidad de promover que el tema vuelva a tratarse como corresponde, buscando soluciones equilibradas y coherentes para toda la ciudad.

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