Preguntas, certezas y viejos problemas propios
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Por el Lic. Fabián Bochia
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fbochia@laprensa.com.uy

Un gran interrogante asoma en el horizonte de la política económica en todo el orbe, y el Uruguay, que es chiquito, muy chiquito, tiene poco para hacer en eso, salvo arreglar viejas cuitas personales que casi ningún gobierno se anima, ergo achicar el Estado, atacar el tema de la rentabilidad y productividad de las empresas y adentrarse en una transformación a fondo en la educación que los sindicatos nunca van a permitir. Por lo que nos queda rezar.
Pero vayamos ordenando lo que viene.
Un primer problema es el estropicio que ha causado Donald Trump con sus aranceles para adelante y para atrás. Algunos analistas dicen que volvió recargado, que ahora solo eligió halcones que lo siguen y que por lo tanto el viejo círculo de técnicos que le frenaban las locuras del primer gobierno no está más. Por lo que hace lo que se le canta y lo que se le canta ya vemos lo que es.
De todas formas no podemos decir que no lo esperábamos, el americano medio votó lo que sabía que traía este hombre que además ganó por goleada y se llevó a millones de votos de la gente que por ejemplo integra el mundo de los inmigrantes. No hay que confundirse, millones de latinos votaron a Trump.
Estados Unidos es hoy en sí una caja de sorpresas pero de todas formas, a pesar o a favor de Trump, sigue siendo la principal potencia económica, política y militar del mundo y nada de lo que haga pasa desapercibido. Además allá las elecciones son cada cuatro años y por sus propias leyes no podrá nunca más ser presidente Trump, por lo que esta locura será pasajera, eso sí, puede marcar a fuego muchas cosas. Hasta los chinos y su interminable paciencia están cambiando por los vericuetos de aranceles de Trump. Y hay que mover a los chinos que planifican a cincuenta años su vida.
Otro tema que se nos viene y no podemos soslayar es el cambio de reglas en la Argentina que ha tenido uno brusco en todo su accionar desde la llega del libertario al poder. Desterró la hiper inflación y está dando pasos firmes para la salida de la pobreza de millones de argentinos. Ahora con el acuerdo con el FMI sacó el incomible cepo cambiario y empieza a ser regular un país lleno de potencialidades. Ojalá el que sea, Milei, Caputto o San Martín le den regularidad y paz a una nación llena de gente capaz, llena de potencialidades y que ha sido tan generosa con los uruguayos a lo largo de la historia, porque allá cientos de miles de uruguayos han encontrado trabajo, inserción, contención, familia y los han tratado como uno más. Si hay un país y su gente buena con los uruguayos ha sido la Argentina aunque nosotros no siempre lo reconocemos, pero bien vale la pena destacar la generosidad de ese pueblo para con nosotros.
En ese marco asoma una punta interesante, o dos, que van de la mano y que el Uruguay, su equipo económico y sus cámaras empresariales no deberían dejar sin atender. Por un lado la Argentina se asoma a la previsibilidad a partir de lo cual se terminarán las interminables y fatídicas devaluaciones que tanto complicaban el comercio fronterizo y que bien lo sabemos los que vivimos en este Litoral Norte. Eso por un lado que no es menor. Por otro vuelve a aparecer el argentino medio, el docente, el técnico, el mecánico, el operario calificado con posibilidades de comprar dólares para salir de vacaciones del país y todos sabemos que el primer destino de los argentinos es siempre la tierra de Artigas.
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