Turismo rural en Salto
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Por Leonardo Vinci
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El Departamento de Salto cuenta con un potencial turístico aún subestimado. Si bien es ampliamente reconocido por sus centros termales y su capital departamental, la región ofrece mucho más que aguas calientes y servicios urbanos. Es en su vasta y rica zona rural donde se esconde una de las mayores promesas para el desarrollo económico sostenible: el turismo rural. Esta modalidad, que crece año tras año en diversas partes del mundo, permite combinar la vivencia del paisaje natural y la vida del campo con un impacto económico directo en las localidades del interior profundo.
Uno de los ejemplos más destacados y menos conocidos es el paraje de Sarandí de Arapey, ya que a pocos kilómetros se encuentran maravillosas cascadas que, por su belleza y entorno virgen, podrían convertirse en un atractivo de primera línea en el mapa turístico nacional. Las cascadas, rodeadas de una vegetación autóctona bien conservada, cursos de agua cristalina y cielos abiertos que cambian de color con el paso del día, representan una experiencia inigualable para los amantes del ecoturismo, el senderismo y la fotografía de naturaleza.
La puesta en valor de estos tesoros naturales no requiere megaproyectos invasivos ni grandes transformaciones. Por el contrario, lo que se necesita es una estrategia clara y respetuosa que apueste a conservar lo existente, mejorar los accesos, capacitar a los vecinos como guías o emprendedores turísticos, y promocionar la zona como un destino singular, alejado del ruido, ideal para quienes buscan paz, contacto con lo natural y autenticidad.
El turismo rural tiene la virtud de diversificar la economía departamental. Genera empleo directo e indirecto en áreas como alojamiento, gastronomía, transporte, guías turísticos, artesanías y producción local. Pero además, favorece el arraigo de los jóvenes en el campo, abre oportunidades para mujeres rurales y dinamiza la economía sin necesidad de abandonar las tradiciones ni transformar el entorno.
Salto, con su geografía variada, su red de caminos vecinales, sus arroyos, montes nativos, estancias con historia y pequeños poblados llenos de encanto, tiene condiciones ideales para desarrollar este modelo. Las cascadas de Sarandí de Arapey son sólo un ejemplo del enorme potencial natural que espera ser descubierto. También lo son los paisajes de Cuchilla de Haedo, los bañados cercanos al río Arapey, los cerros y cañadas del noreste, o las antiguas estaciones de tren convertidas en mojones del pasado.
Además del impacto económico, el turismo rural puede convertirse en una herramienta poderosa para la conservación del medio ambiente. Lejos de significar una amenaza, la presencia turística planificada y bien orientada puede contribuir al cuidado de los ecosistemas, mediante la revalorización del monte nativo, el control del uso de recursos naturales, la educación ambiental de los visitantes y el compromiso de los lugareños.
Para que este potencial se concrete, es imprescindible que las autoridades departamentales, los actores privados y las comunidades rurales trabajen de forma articulada. Se requiere inversión en infraestructura básica (como señalización, caminos y servicios sanitarios), campañas de difusión inteligente, y sobre todo, una visión de largo plazo que entienda que el desarrollo sostenible del turismo rural es una apuesta ganadora para Salto.
Las cascadas de Sarandí de Arapey pueden convertirse, con el impulso adecuado, en símbolo de un turismo diferente, amigable con la naturaleza y con la gente. Y con ello, marcar un camino hacia una economía más diversa, más descentralizada y más humana. Salto tiene el privilegio de contar con estos paisajes. Ahora es tiempo de ponerlos en valor, cuidarlos y compartirlos. El futuro puede estar más cerca de lo que creemos, en las aguas que corren libres entre las piedras y los montes del interior profundo.
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