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La historia de Salto se remonta mucho antes de la llegada de los europeos. De acuerdo con investigaciones arqueológicas, la zona estuvo habitada por comunidades indígenas desde hace unos 10 000 años. Los guaraníes llamaban Ytú al salto de agua que interrumpía el curso del río Uruguay, donde las formaciones rocosas creaban un paisaje imponente que más tarde daría nombre a la ciudad.

El primer asentamiento regular se registra en la década de 1750, cuando un contingente militar español llegó al lugar durante la Guerra Guaranítica. El gobernador José Joaquín de Viana, en cumplimiento del Tratado de Madrid, estableció un pequeño campamento el 8 de noviembre de 1756, fecha considerada como el inicio del proceso fundacional de Salto. Allí se construyeron galpones y ranchos que dieron origen a una población estable.

Un año más tarde, en 1757, Viana y Pedro de Cevallos levantaron el Fuerte de San Antonio, con una capilla dedicada a San Antonio de Padua. Este fuerte sería durante años el núcleo defensivo y logístico de la región, aunque fue abandonado en 1763.

Conflictos, expulsiones y reconstrucciones

El Fuerte de San Antonio volvería a tener protagonismo en 1768, cuando las tropas de Francisco de Paula Bucarelli lo ocuparon para ejecutar la expulsión de los jesuitas ordenada por el rey Carlos III. El fuerte funcionó entonces como depósito de armas y cárcel temporal. Más tarde, una creciente del río destruyó las instalaciones, y el complejo fue reconstruido del otro lado del Uruguay, en lo que hoy es Concordia, Argentina.

A inicios del siglo XIX, el territorio salteño volvió a ser escenario de hechos trascendentales: en diciembre de 1811, José Artigas y el Pueblo Oriental acamparon cerca del actual Salto durante su éxodo hacia el norte. Desde allí, Artigas organizó a las familias orientales y se consolidó como líder del movimiento independentista.

De campamento militar a ciudad permanente

La fundación definitiva de Salto se vincula al año 1817, cuando, tras el paso de las tropas portuguesas, un grupo de mujeres rezagadas levantó las primeras viviendas permanentes en la zona. Desde entonces, el asentamiento no volvió a despoblarse.

El nombre “Salto” deriva de los dos saltos de agua del río Uruguay, el Chico y el Grande. Durante el siglo XIX, el lugar fue escenario de gestas patrióticas, del paso de Giuseppe Garibaldi y de una importante inmigración italiana que marcó la identidad cultural local.

En este 8 de noviembre Salto celebra 269 años de su proceso fundacional, una historia que combina raíces indígenas, presencia colonial y espíritu oriental, el legado vivo de una ciudad nacida entre el río, la frontera y la libertad.

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