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Por segundo año consecutivo, los productores citricolas de la Colonia Solari, han visto sus cosechas arrasadas por el frío extremo, con temperaturas bajo cero sostenidas por más de 12 horas. El resultado es desolador: más del 70% de la mandarina ya está en el suelo, inservible para la comercialización. 

“Todo está perdido”

Alejandro Da Silva, productor citrícola del lugar, indicó que “ Esta todo perdido y  las cuentas hay que pagarlas, pero no hay producción para vender. La fruta está quemada, no se puede sacar nada”. La situación afecta a entre 70 y 80 productores de la zona, la mayoría de ellos de corte familiar, quienes enfrentan una situación límite.

Una helada que mata dos veces

El fenómeno no es nuevo, pero sí cada vez más agresivo. Según Da Silva, “ya en 2012 tuvimos una helada fuerte, pero esto de dos años consecutivos tan intensos, no lo vivíamos desde entonces”. El problema no se limita al daño inmediato en la fruta: también afecta la brotación de primavera, clave para la cosecha del año próximo. “El año pasado perdimos gran parte de la fruta, pero también se afectó la brotación. Eso nos dejó con menos de la mitad de la producción este año. Y ahora, otra vez, nos pega la helada cuando aún no nos habíamos recuperado”, explicó. Las variedades más afectadas han sido la mandarina común, que se cosecha a partir de junio, y las más tardías como la habana y la valencia, se está cayendo sin remedio.

Medidas pasivas e insuficientes

Consultado sobre las posibles formas de prevenir o mitigar este tipo de eventos, Da Silva es claro: “Lo que se puede hacer son medidas pasivas. Mantener el monte bien hidratado, el pasto corto, las plantas bien nutridas y sin excesiva carga. Pero cuando el frío dura 12 horas bajo cero, no hay mucho por hacer”. Indica que existen tecnologías más avanzadas, de protección contra heladas, pero su alto costo las hace inaccesibles. “Para el productor familiar son inviables. Solo se puede regar de forma continua durante la noche de la helada para intentar mitigar un poco el daño, pero igual la planta sufre y la fruta se congela”, lamenta. La magnitud del impacto no se limita a los cítricos. “Tengo una planta de palta de 10 metros que me la quemó entera. Tiró toda la palta”, contó Da Silva, subrayando el carácter transversal del daño.

Reclamo de apoyo estatal

Además de las pérdidas materiales, los compromisos financieros agravan la situación de los productores. “Yo tengo crédito con el Banco República, y tengo que pagar dos veces al año. Creo que lo mínimo que debería hacer el gobierno es extender los plazos de pago para quienes estamos endeudados. Es imposible afrontar las cuotas en estas condiciones”.

Mientras tanto, la incertidumbre persiste en Colonia Solari y en todo el departamento, donde el impacto de las heladas no es un hecho aislado, sino parte de un patrón climático que amenaza con hacerse recurrente. Sin políticas públicas claras de asistencia, resiliencia y mitigación del cambio climático, la citricultura familiar podría verse empujada a la desaparición.

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