
Déficit y responsabilidades compartidas /
¿Quién paga los errores en la Intendencia de Salto?
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Por Pedro Rodríguez
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moviles@laprensa.com.uy

Por estos días se escucha hablar, y mucho, sobre la manera de reducir el gasto en la Intendencia de Salto a los efectos de prevenir que el funcionamiento de la intendencia se detenga por completo, lo que resulta un pronostico probable. La incertidumbre crece, todos se preguntan lo mismo: ¿qué se va a recortar? ¿A quiénes va a afectar?
Si se piensa con sentido de justicia, resulta claro que el último en ser perjudicado debería ser el trabajador municipal, ese que cada mes lleva el sustento a su casa, el que mantiene los servicios funcionando a pesar de los vaivenes políticos y financieros. Pero para entender este presente, es necesario mirar hacia atrás. Hasta el gobierno de Germán Coutinho (2010), los funcionarios municipales -como históricamente había sido- presentaban un régimen laboral de 30 horas semanales. Sin embargo, antes de la aprobación del presupuesto quinquenal de 2010-2015, una resolución de Coutinho, modificó ese régimen, transformando el régimen a 40 horas semanales.
Instituto Cuesta Duarte
Esa decisión fue advertida en su momento por algunos dirigentes sindicales, que alertaron al entonces intendente que los números no cerrarían. Uno de los informes que auguraba un final poco feliz, provenía del Instituto Cuesta Duarte. Por ese entonces no se escuchó decir nada a Adeoms sobre la insostenibilidad de un régimen de 40 horas, sabedor de lo que pasaría. Por supuesto, pasó lo que iba a pasar: la plata no alcanzó. Uno de esos dirigentes que advirtió, ya fallecido, y otro que aún sigue como funcionario municipal, lograron avances importantes para los trabajadores. Pero la irresponsabilidad política ya estaba instalada, los trabajadores reivindicaban un derecho de imposible ejecución. Entones, es claro que déficit actual no es casual. Tiene causas, tiene responsables, tiene nombres.
¿Y el gremio?
De lo que venimos de decir, no se puede hablar del caos financiero actual sin mencionar a la irresponsabilidad de ADEOMS de aquel momento. Ahora bien, resulta que el sindicato de funcionarios municipales, que durante más de una década actuó como algo más que un órgano gremial, fue cogobierno, participó activamente de las decisiones, incluso en el armado de listas de funcionarios, influyó en cargos de confianza y llegó al punto de condicionar nombramientos dentro del Ejecutivo, pero nunca jamás se atribuye la responsabilidad en reivindicar, bajo presión, prestaciones de imposible cumplimiento.
Nadie votó a ADEOMS para gobernar
La competencia del gremio se ha desvirtuado tanto, que nos viene a la memoria aquel audio, ampliamente difundido, donde se le decía al entonces secretario general de la Intendencia: “Vos estás acá gracias a nosotros”. ¿Es ese el rol de un sindicato? Claramente no. Nadie votó a ADEOMS para gobernar. Un sindicato debe defender derechos laborales posibles, no administrar la Intendencia. El nuevo gobierno que asume tiene una responsabilidad clave: ubicar al sindicato en el rol que le corresponde. No puede seguir funcionando como si fuera parte del gabinete. La autonomía institucional es fundamental para restablecer el orden.
Las 40 horas: una concesión insostenible
Hoy ADEOMS reconoce públicamente que, si se vuelve a aplicar la jornada de 30 horas semanales, los trabajadores perderían un 33% de su salario. Con esta afirmación, se admite que las 40 horas fueron una concesión fuera de norma. Más aún, existe una resolución firmada el 27 de diciembre de 2010 por el intendente Germán Coutinho que fijaba esa carga horaria. Sin embargo, durante años se sostuvo un relato gremial en defensa de lo indefendible, alimentando expectativas insostenibles y hoy generando resistencia frente a una realidad que no da para más.
¿Quién paga los errores?
Durante una década, ADEOMS no pidió aumentos, simplemente celebró que se pagaran los sueldos. Reconocen, incluso, que el gobierno que mejor les pagó fue el de los colorados, el mismo que enfrentó las protestas más duras.
Algo no cierra
Y como dice una vieja reflexión: si yo mando a matar a alguien, el ejecutor es el autor material, pero también yo como autor intelectual. De lo que venimos de decir, no nos caben dudas que, quienes impulsaron reivindicaciones imposibles, también tienen cierto grado de responsabilidad en este presente.
Volver a las 30 horas: una medida justa y realista
En este contexto, volver a la carga horaria anterior, como marcó siempre la costumbre de la Intendencia, parece una decisión inevitable. No solo por cuestiones económicas, sino también por justicia histórica y por respeto a la verdad. Es momento de sincerar el debate. De poner fin a relatos cómodos. Porque la pregunta que sigue flotando en el aire y nadie quiere responder es: ¿Quién va a pagar los errores de reivindicar cosas imposibles?
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