El adiós a emblemático comercio local /
Cerró Joyería Varese Hermanos tras 115 años de historia
Ayer, en vísperas de cumplir 115 años de trayectoria ininterrumpida, la emblemática Joyería Varese Hermanos cerró definitivamente sus puertas. La noticia no pasó inadvertida, especialmente para quienes, con el paso del tiempo reflejado en canas, reconocen en ese cierre algo más que el final de un comercio: el ocaso de una forma de entender la atención al cliente, el lujo, la confianza y el prestigio en el corazón comercial de Salto.
Fue, durante décadas, sinónimo de joyería y relojería de primer nivel, al estilo de las grandes ciudades. Su local, con alfombra roja en la entrada, vitrinas de madera y vidrio cuidadosamente iluminadas, transmitía una elegancia que imponía respeto. Los vendedores atendían de traje y corbata; las vendedoras, con vestidos sobrios y refinados. Las joyas se exhibían sobre paños de terciopelo rojo o negro, un ritual que realzaba su brillo y valor. Ese modo de vender, hoy casi extinguido, aún sobrevive solo en las joyerías más exclusivas del mundo.
Un comercio emblemático que marcó época
Antes de que su antiguo local diera paso a la construcción de la actual torre con galería comercial —la primera de Salto—, Joyería Varese ya era un comercio tradicional y emblemático. Allí se adquirían las joyas destinadas a regalos importantes, compromisos, aniversarios y homenajes, siempre acompañadas del sello y la garantía que distinguían a la firma. Desde ayer, ese espacio histórico luce carteles de “se alquila”, una imagen que simboliza el cambio de época y la nostalgia inevitable.
La historia de Joyería Varese comenzó el 28 de diciembre de 1911, cuando Humberto Alejandro Varese y su hermano Juan abrieron el negocio. Humberto, joyero de oficio, se recibió además como óptico en 1918, convirtiéndose en el primer óptico del interior del país, al igual que la joyería fue pionera en su rubro fuera de Montevideo. Salvo un breve período entre 1978 y 1982, cuando funcionó en la esquina de Uruguay y Amorín mientras se construía el edificio actual, la firma siempre estuvo en el mismo emplazamiento.
De la elegancia clásica a los cambios del consumo
A lo largo de su extensa trayectoria, Varese no fue solo joyería. Funcionó también como relojería, óptica, armería, bazar, perfumería e incluso bicicletería. Su taller de joyería llegó a tener una actividad intensa, procesando hasta un kilo de oro por mes, una cifra hoy impensable por el elevado costo del metal precioso y el cambio en los hábitos de consumo. La época de mayor esplendor se extendió desde su fundación hasta la década de 1970. En aquellos años, se llegaron a comercializar hasta 300 relojes suizos mensuales, un volumen que refleja tanto el prestigio de la firma como el poder adquisitivo y las costumbres de otra Salto. Con el tiempo, la irrupción de relojes japoneses, chinos y electrónicos redujo drásticamente ese mercado.
Tres generaciones y más de un siglo de tradición familiar
En 1940 asumió la segunda generación familiar, encabezada por Nilda Varese —conocida como Mary— junto a su esposo Hermis Guglielmone. Tras más de medio siglo de gestión, en 1993 la tercera generación, representada por los hermanos Graciela y Pablo Guglielmone, tomó la posta. Pablo, contador público, terminó quedando al frente del negocio en la última década, enfrentando un contexto cada vez más adverso: crisis económicas, cambios culturales, caída del interés por joyas tradicionales, fuerte competencia en el rubro óptico y la proliferación de lentes de bajo costo en circuitos informales.
Memoria urbana y comercial de la ciudad
Todos esos factores fueron erosionando la rentabilidad y la viabilidad del emprendimiento. Así, ayer, se cerró definitivamente la primera gran joyería nacida en Salto. Con ella, no solo se apaga un comercio histórico, sino también un capítulo entrañable de la memoria urbana y comercial de la ciudad.
Comentarios potenciados por CComment