
“Familia Grande” /
Una nueva esperanza contra el abuso sexual infantil
Una ciudad donde las denuncias por abuso sexual infantil y adolescente han aumentado significativamente en los últimos años, pero donde el sistema judicial y social aún deja grietas enormes para quienes buscan justicia. Allí nace Familia Grande, una asociación civil sin fines de lucro que promete cambiarlo todo.
Esta organización, presidida por la Dra. Luisa Bernasconi, plantea no solo brindar contención integral a las víctimas, sino impulsar cambios legales, institucionales y culturales que modifiquen de raíz el tratamiento del abuso sexual en la infancia. Su propuesta va mucho más allá de la asistencia: es una declaración de guerra al abandono estructural que enfrentan miles de niños en Uruguay.
Cuando la justicia llega tarde: el origen de una idea urgente
“Hay una carencia enorme, enorme, en nuestra justicia”, afirma Bernasconi durante una entrevista con La Prensa Streaming. Según la presidenta de Familia Grande, los casos que recibe el grupo evidencian demoras que oscilan entre 3 y 5 años desde que el niño se anima a hablar hasta que hay una respuesta judicial real. “Es aberrante”, sentencia con voz firme.
El grupo comenzó a formarse de manera orgánica, cuando casos puntuales llegaban a conocimiento de Bernasconi y su entorno profesional. “Nos reuníamos para hablar de cómo ayudar, porque la necesidad era clara, pero el sistema no respondía. Entonces dijimos: algo tenemos que hacer.”
De ese impulso nació la asociación, que se constituyó formalmente y ya está acompañando casos en Salto, Artigas y Montevideo. La comisión está integrada por profesionales y referentes sociales, como el presidente de la Junta Departamental de Salto, Pablo Alves Menoni, y la activista Lorena Di Paola.
Historias de dolor: víctimas sin contención, madres sin recursos
La mayoría de los casos que llegan a Familia Grande son abusos intrafamiliares: padrastros, tíos, hermanos o abuelos. Situaciones donde volver al hogar luego de una denuncia es inviable y donde muchas veces la víctima queda revinculada, por obligación judicial, con la familia del agresor.
“Nos encontramos con niños que han sido abusados y que luego, por orden judicial o presión familiar, deben volver a tener contacto con el entorno del abusador. Es una segunda agresión”, explica Bernasconi.
Pero el drama no termina ahí. Las madres —generalmente las únicas acompañantes— enfrentan problemas económicos, laborales y emocionales extremos. Muchas no pueden pagar abogados ni psicólogos. Algunas abandonan el proceso para no faltar al trabajo o para evitar la revictimización de sus hijos, obligados a repetir su testimonio ante cada nueva instancia judicial.
“Una madre me decía: ‘Está mejor, está jugando… quizás no necesito llevarlo al psicólogo’. Pero ese dolor sigue ahí, oculto. Si no lo tratamos, sale después, en la adolescencia o en la adultez”, relata Bernasconi con preocupación.
La Casa del Niño: un modelo europeo que Salto quiere replicar
Entre los grandes objetivos de Familia Grande está la creación de un centro físico: un inmueble donde converjan todos los recursos necesarios para la atención integral de víctimas de abuso. Psicólogos, psiquiatras, asistentes sociales, docentes, abogados, e incluso un espacio para alojamiento temporal de madres e hijos que necesiten salir de su hogar tras una denuncia.
Este modelo tiene nombre: Barnahus (Casa del Niño), nacido en Islandia y replicado con éxito en países como España, Francia, Noruega y Alemania. Allí, la declaración del niño se realiza una sola vez, en un entorno amigable, acompañada por especialistas y grabada para que tenga valor judicial. Así, se evita la revictimización y se acelera el proceso judicial.
“Cuando descubrimos Barnahus nos emocionamos. Era exactamente lo que habíamos imaginado, lo que necesitábamos. Y ya existe. ¿Por qué no en Uruguay?”, se pregunta Bernasconi.
El sistema ha logrado reducir los tiempos de procesamiento judicial de 3 años a menos de 6 meses en muchas regiones europeas. Familia Grande aspira a replicar esa experiencia, comenzando en Salto y extendiéndola luego a todo el país.
No es solo justicia: es prevención, contención y seguimiento
Uno de los pilares fundamentales de la asociación es la prevención. Familia Grande busca trabajar en escuelas, liceos y clubes deportivos para detectar señales tempranas de abuso y actuar antes de que sea demasiado tarde.
El otro eje clave es el seguimiento psicológico a largo plazo. “Hoy el niño declara, el abusador es procesado… y ahí termina todo para el sistema. Pero para el niño, ahí empieza lo más difícil: sanar”, remarca Bernasconi. Muchos de los adolescentes con tendencias suicidas que atienden, sufrieron abuso años atrás sin haber sido debidamente tratados.
Además, quieren contar con espacios lúdicos y educativos en su sede. “Queremos que los niños no asocien el lugar con el dolor, sino con el juego, la alegría, la posibilidad de sanar en un entorno amoroso”, explican.
Las reformas legales que Uruguay necesita
Familia Grande también tiene un componente profundamente político. Ya han presentado propuestas a legisladores de todos los partidos para reformar aspectos clave del sistema judicial uruguayo. Entre sus demandas:
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Aumento de penas a abusadores sexuales (actualmente, muchas se negocian en fiscalía y quedan en menos de 2 años).
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Protocolo obligatorio en menos de 48 horas desde la denuncia.
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Validez legal de la primera declaración del niño para evitar revictimización.
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Indemnización efectiva a la víctima: cuando el abusador no tiene recursos, que el BPS asuma la obligación.
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Prohibición de revinculación obligada con la familia del agresor, salvo en espacios públicos, controlados y autorizados.
“Hoy, muchas sentencias condenan a pagar 12 salarios mínimos, pero no se cumple. No hay forma de ejecutarlo. La ley es letra muerta”.
Apoyo político y esperanza: los primeros pasos
La organización ya tuvo reuniones con diputados de todos los partidos, quienes se mostraron conmovidos e interesados en impulsar los cambios necesarios. Uno de ellos viajó personalmente a Artigas para revisar un expediente que lleva cinco años sin resolución judicial.
“Queremos ser los primeros, pero no los únicos. Que esto se replique. Que el modelo Barnahus tenga su versión uruguaya. Que ningún niño más sea revictimizado por el sistema que debía protegerlo”, dice la presidenta de Familia Grande.
Por ahora, esperan el reconocimiento legal del Ministerio correspondiente y siguen buscando un inmueble que albergue esta iniciativa pionera. Saben que el camino es largo, pero no piensan dar un paso atrás.
¿Y si alguien necesita ayuda hoy?
Al finalizar la entrevista, Bernasconi hace un llamado directo: “Si alguien que nos está viendo necesita ayuda, si está viviendo o conoce un caso de abuso, que se acerque. Aunque aún no tengamos sede, estamos funcionando. Podemos orientar, acompañar y actuar. No están solos.”
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