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Una escena inusual que se volvió cotidiana

En una ciudad donde lo cotidiano transcurre entre bocinazos, apuros y rutinas aceleradas, hay un rincón que invita a la pausa, al respeto y a la contemplación, la entrada del barrio Artigas. Allí, en un fenómeno tan peculiar como encantador, es habitual ver una bandada de patos cruzando la calle con total tranquilidad.

Todo ocurre en la zona de la rotonda ubicada entre Pascual Harriague e Instrucciones del Año XIII, donde estos animales avanzan en grupo, como una pequeña procesión que parece tener prioridad absoluta. Lo más llamativo no es solo su presencia, sino la reacción de quienes transitan por el lugar, autos que se detienen, motos que esperan y vecinos que observan con una mezcla de ternura y costumbre.

Una postal que sorprende a quienes no son del barrio

Para quienes no son de la zona, este escenario resulta casi extraordinario. En medio del tráfico urbano, el simple acto de esperar que unos patos crucen la calle parece sacado de una postal surrealista. Pero para los habitantes del barrio Artigas, ya forman parte del paisaje, como los árboles, las veredas o el saludo entre vecinos. “Acá los respetamos. Ya sabemos que a ciertas horas aparecen y se les deja pasar”, comentó un vecino. “Ellos siempre están ahí, no molestan, hacen su vida”.

Un ejemplo de convivencia

Lo que podría parecer solo una anécdota pintoresca es, en realidad, un ejemplo vivo de convivencia urbana y respeto por la naturaleza. En un entorno muchas veces dominado por la prisa, esta pequeña pausa obligada se transforma en una lección de humanidad.

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