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Parque Solari /
La Venus tiene momentos de gloria y de desgracia
Entre quienes frecuentan el Parque Solari porque llegan hasta allí de diferentes barrios y sobre todo los fines de semana, pero también entre las personas que integran la Comisión Vecinal, la satisfacción o el descontento con el estado del lugar es muy cambiante. Es así que, cuando se realizan determinadas tareas de reparación y mantenimiento, surge la satisfacción y el entusiasmo. Pero también son muchos los momentos en que se oyen quejas porque "lo único que hacen es cortar el pasto", " las aguas del lago están continuamente en mal estado", "los baños son una inmundicia", "no hay un solo cuidador", "se tiran los árboles y no reponen ninguna especie", entre tanto más.
LA VIDA DE LA VENUS DEL PARQUE TIENE SUS ALTIBAJOS
"La Venus", esa magnífica obra que se halla en medio del emblemático lago del Parque Solari, es uno de los temas siempre en discusión. Si tiene mantenimiento, si no lo tiene, si debiera tener restauraciones más seguido o no, cómo se hace para que malentretenidos que nunca faltan no le arrojen piedras (hay quienes afirman que hasta de balas también ha sido blanco), etc.
Lo cierto es que, en este momento, el estado de la escultura no es el deseado, y personas allegadas al lugar han escrito algunas líneas que vale la pena compartir:
La Venus tiene sus momentos de gloria y de desgracias. No se compara con la vida de sus hermanas que están resguardadas en los museos.
En este verano de grandes calores, su gloria es estar rodeada de Elodeas, plantas acuáticas. Plantas que crecen en sus aguas y se mueven lentamente con las gotas húmedas del Lago que siguen la luz del Sol.
Sin embargo, es posible ver a la Venus en una gran desgracia. Su mirada sin párpados que la acobijen aparece dura, inexpresiva, empañada por una gran tristeza, ya que desde hace largo tiempo es testigo y demasiadas veces conoce el desamor y la violencia de alguno de sus visitantes.
El dolor se acentúa por el barro oscuro de las orillas del lago. Los insectos han construido sus nidos en sus desvanecidos ojos. Muestran la desgracia contrapuesta a la gloria de la dulzura de la compañía de las Elodeas que abanican con frescura sus aguas en el tórrido verano.
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