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Braian Omar Ramos Sencio tiene apenas 23 años y, desde hace tiempo, enfrenta una batalla que nunca debió tocarle a alguien tan joven. Nació y creció en Salto, donde pasó su infancia y adolescencia entre amigos, familia y deporte. Quienes lo recuerdan lo asocian enseguida al básquetbol, disciplina que practicaba con entusiasmo en el club Salto Uruguay. Era un adolescente sano, activo y con muchos sueños por delante. Pero comenzó el dolor. Todo se inició con una molestia en la rodilla, que al principio no parecía alarmante. En su momento, los médicos en Salto descartaron gravedad y hasta se llegó a pensar que podía tratarse de un tumor benigno. Sin embargo, el tiempo mostró otra realidad mucho más dura.

El diagnóstico en Perú

Ya instalado en Perú junto a su madre y su hermana, la situación empeoró. Los especialistas -contaron sus familiares a este diario- no podían creer que Braian hubiera llegado a ese punto sin un tratamiento adecuado. Una junta médica confirmó lo que nadie quería escuchar: cáncer. La única opción era amputar la pierna completa, y así fue. Braian enfrentó esa operación con una fortaleza admirable. Pero pronto el enemigo volvió. El cáncer, de los más agresivos y de rápido avance, hizo metástasis y alcanzó sus pulmones. Las sesiones de quimioterapia no dieron los resultados esperados. Fue necesario suspenderlas y comenzar con otro tratamiento, en este caso medicación oral. Cada día debe tomar dos pastillas de un medicamento muy costoso, y allí es donde la lucha se vuelve aún más difícil: la económica. Su hermana María Celeste lo dice con la voz entrecortada: “Es un cáncer muy invasivo y agresivo. No podemos bajar los brazos, pero solos no podemos”.

Cómo ayudar

Desde Salto, donde todavía reside su padre (Santos Omar Ramos), familiares y amigos han abierto un colectivo solidario en Red Pagos para ayudar a costear los medicamentos. El número es 87 011. Hoy Braian necesita más que nunca de la solidaridad de todos. Cada colaboración, por más pequeña que parezca, significa un día más de tratamiento, una esperanza renovada, un paso más en esta dura pelea. El tiempo apremia y la batalla es desigual, pero no imposible. La fuerza de Braian, que con apenas 23 años ha demostrado una entereza digna de admiración, necesita ahora el empuje de su gente y de todos quienes puedan tenderle una mano. Porque cuando la vida golpea de esta manera, la respuesta más poderosa es la unión. Y Braian no está solo: está su familia, están sus amigos y, con un gesto de cada uno, puede estar todo un pueblo.

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