
Una parte no es el todo (I)
- Dr. Ope Pasquet Iribarne. Ex diputado colorado

El pasado 20 de mayo, precisamente, comenzó a tratarse en la Comisión de Constitución y Legislación del Senado el proyecto de ley, presentado por senadores del Frente Amplio (FA), que declara “Fechas Patrias” y “feriados nacionales laborables” el 20 de mayo y el 30 de noviembre de cada año y dispone que se les conmemore con “jornadas recordatorias de diferentes características en los centros de enseñanza, instituciones relacionadas con Derechos Humanos, culturales y en el Parlamento”.
Ambas fechas pertenecen a nuestra llamada “historia reciente”, aunque cada una de ellas tiene distinta significación. No está claro por qué se las reúne en un mismo proyecto de ley y todavía en un mismo artículo, salvo que se trate de impedir que se pueda votar por una, pero no por la otra; es todo o nada.
El 30 de noviembre de 1980
Se celebró el plebiscito en el que el proyecto constitucional elaborado por la dictadura de entonces fue rechazado por una amplia mayoría ciudadana. El histórico triunfo del NO en aquella jornada fue el primer paso en el camino hacia la recuperación de la democracia. Si antes del hecho algunos pudieron dudar, de buena fe, de que ese fuera a ser su resultado, el curso posterior de los sucesos lo confirmó rotundamente. La dictadura acató la decisión del soberano y archivó el “plan político” que había elaborado asumiendo que ganaría el SI.
El 20 de mayo de 1976
Fueron hallados en Buenos Aires los cadáveres de Héctor Gutiérrez Ruiz, Zelmar Michelini, Rosario Barredo y William Whitelaw; el día anterior había sido detenido -también en la capital argentina- Manuel Liberoff, quien permanece desaparecido hasta hoy. Desde 1996, el 20 de mayo es la fecha en la que se recuerda a los detenidos desaparecidos y se reclama que aparezcan sus restos mortales, se averigüe qué les pasó y se castigue a los responsables por ello (“verdad y justicia”).
Con uno se logró la democracia...
El 30 de noviembre de 1980 permanece firme y radiante en la memoria de todos quienes vivimos aquella jornada y celebramos su resultado; pero su recuerdo ya no convoca a la acción porque lo que buscaba el NO, que era el restablecimiento de la democracia, se logró hace muchos años.
Con otro objetivos no alcanzados...
El 20 de mayo, en cambio, plantea objetivos no alcanzados pese al tiempo transcurrido desde el restablecimiento de la democracia. Por eso convoca y moviliza, y no solo a los familiares y demás contemporáneos de los desaparecidos, sino también a jóvenes que ni siquiera habían nacido cuando comenzaron las marchas en aquella fecha; esos jóvenes sabrán mucho, poco o nada de la historia reciente, pero hoy se solidarizan empáticamente con quienes reclaman verdad y justicia en nombre de sus seres queridos y ausentes.
"Verdad y Justicia"
¿Y qué importancia tiene, se podrá decir, que quienes marchan el 20 de mayo sepan “mucho, poco o nada” de la historia reciente? ¿Acaso la demanda de “verdad y justicia” no tiene un fundamento ético evidente, cuyo valor es independiente de las circunstancias en las cuales sucedieron los hechos que la generaron?
"Todos somos familiares"
Se ha hecho hincapié en esto, que sería el carácter indiscutible de la conmemoración del 20 de mayo y la ubicaría por encima de la política y por fuera del perímetro de cualquier discusión legítima. Lo invocaron los clubes de fútbol que autorizaron a sus equipos a entrar a la cancha con camisetas que lucían la leyenda “Todos somos familiares”, pese a que sus estatutos no permiten actividades o manifestaciones de carácter político, religioso o filosófico. Lo invocaron también las autoridades del Ministerio de Educación y de Cultura para respaldar a esos clubes, y las de la ANEP para anunciar que la educación pública tratará el asunto en sus aulas, lo cual según ellas no menoscabará la laicidad de la enseñanza. Lo invocó también, implícitamente, una senadora del FA que cuando en la Comisión del Senado un senador blanco y otro colorado pidieron que se aplazara por una semana el tratamiento del tema, dijo y reiteró que esperaba que “la dificultad” para tratarlo de inmediato fuera solo “de forma y no de fondo”; como si fuera impensable, casi sacrílega, una discrepancia sobre el fondo del asunto.
(Continuará)
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