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Trabajo sin horarios y bajo cualquier clima

Con temperaturas bajo cero, lluvias constantes o días de calor agobiante, hay un grupo de trabajadores que nunca se detiene, los deliverys. Más hombres que mujeres recorren la ciudad a toda hora, enfrentando las condiciones más adversas para cumplir con su labor. Su trabajo consiste en entregar pedidos realizados en farmacias, comercios, restaurantes y otros establecimientos.

No tienen un horario fijo. A veces comienzan al amanecer y continúan hasta altas horas de la noche. Cumplen su tarea por lo general en moto o en menos casos en bicicleta, sin importar si el clima los acompaña o no. En los últimos días, con el invierno golpeando fuerte, se los ha visto circulando en plena helada, con sus mochilas cargadas y el compromiso intacto.

Una labor que exige más de lo que parece

Aunque no se requiere formación académica para ser delivery, su labor demanda mucho más de lo que parece, conocer bien la ciudad, ser rápidos, organizados, responsables y manejar dinero en ocasiones. Además, deben enfrentar riesgos viales y, en algunos casos, situaciones de inseguridad.

Muchos lo hacen por necesidad, buscando el sustento diario para sus hogares. Son jóvenes, padres de familia, trabajadores independientes que, a pesar de las dificultades, cumplen un rol esencial en la dinámica urbana.

Reconocimiento merecido

En tiempos donde la inmediatez manda, y donde se valora cada vez más la comodidad del hogar, el trabajo de los deliverys se ha vuelto indispensable. Su constancia y sacrificio merecen un reconocimiento. Son, sin duda, valientes anónimos, que todos los días se lanzan a las calles para ganarse el pan con esfuerzo y dignidad.

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