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Violeta Vanega, una salteña a la que se le debe un homenaje
- Por Patricio Ramón Vinci
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Esta semana hemos hecho una petición ciudadana al intendente Andrés Lima para que designen con el nombre de Violeta Vanega una calle del Barrio Albisu. Violeta caminó por todo el departamento en una silenciosa campaña para recuperar nada menos que nuestra democracia. Fue edil departamental e integró la Junta de San Antonio.
Concibió a la política como el amor al prójimo. La bandera colorada sigue flameando en la casa de Violeta, y su espíritu vive en los barrios de Salto. Hace un año nos despedíamos de la siguiente manera.
Con copas de cristal, coca-cola fría, pizza y torta de fiambre. Así nos esperó Violeta Vanega en su casa del barrio La Humedad, en Salto, cuando le dijimos que pasaríamos a saludar y ya de paso presentarle al candidato, a nuestro candidato a la intendencia por el Partido Colorado.
Ella estaba con los perros echados a su lado en el piso de tierra, su andador a mano por sus problemas de cadera y algunas viejas fotos sobre la mesa. Papá no quería que yo comiera la pizza y la torta -dejá que vos ya estás comido- me dijo, pero Violeta no me permitió despreciarla (incluso me obligó a llevarme unos pedazos conmigo cuando nos despedimos para seguir la recorrida).
La anécdota que demuestra su nivel de amor pasó hace algún tiempo, llegó a oídos de Violeta que papá -el Pepe- andaba «complicado», ¿y qué hizo ella?, le mandó unos paquetes de fideos, arroz, harina y otros comestibles.
Lo complicado era por problemas de otro tipo, pero les cuento esto para que entiendan el gesto bondadoso de Violeta al enterarse que un viejo amigo pasaba por un difícil momento. Los alimentos fueron devueltos con un enorme gracias. (la botella de coca-cola no fue devuelta).
Cuando inauguramos la Avenida Ramon J. Vinci, fue Violeta quien habló antes que yo hiciera uso de la palabra, ni un pelo en la lengua, no se guardó nada, a todos nos sacó una sonrisa en un momento tan emotivo. Violeta siempre estuvo al lado de mi abuelo.
«Chancleteando» como ella me dijo por todo Salto para juntarle votos a Ramón Vinci. Puerta a puerta por San Antonio, Barrio Albisu y toda la vuelta. Fueron dirigentes así que hicieron que la lista de Vinci fuese la más votada, del lema más votado en la ciudad, tanto en las elecciones internas de 1982, como en las nacionales de 1984.
Fue electa edil, siendo con mi tía Mirta Panizza, las dos únicas mujeres proclamadas que asumieron como tales por el Partido Colorado. También fue nombrada edil de la entonces Junta Local de San Antonio.
De origen muy humilde, y profundas raíces coloradas, dedicó su vida entera a la política.
Sin embargo, nunca ocupó un cargo rentado (vaya si eso es noticia hoy en día). Cuando el «Flaco» (Eduardo) Malaquina fue electo intendente por primera vez en Salto (en 1985), inmediatamente mandó a llamar a Violeta -sabiendo que era dirigente de Vinci, su adversario en la campaña- para ofrecerle un lugar en laIntendencia.
Violeta rechazó ese ofrecimiento, y Malaquina, en un gesto de bondad la vuelve a llamar, «Violeta, por qué no viene conmigo a trabajar a la Intendencia, sepa que así genera unos aportes y el día de mañana se puede jubilar», le dijo el entonces intendente. «Yo no soy zapallo para subirme al carro ajeno», respondió irreverente Violeta.
Adalid de lealtad, representante de valores que parecen en extinción. La última vez que la vi fue cuando lanzamos la campaña de Marcelo Malaquina a la Intendencia, la llamé para invitarla y me dijo «por supuesto que vamos a ir, ¡ya tengo mi bandera!».
Fuimos de los últimos en irnos, y cuando la dejé en su casa del barrio La Humedad, me dijo: «M’hijo, vaya y recorra los barrios, que está lleno de colorados esperando que el Partido los vuelva a proteger».
Violeta se fue el 22 de Febrero de 2024. Concibió a la actividad política como el amor al prójimo. Le quedamos debiendo el homenaje, la deuda es del Partido Colorado, la Junta Departamental de Salto y también de toda la ciudad. Quedará en mi recuerdo, y es memoria que tarde o temprano trataré de honrar.
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