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En una entrevista realizada por La Prensa Streaming, la licenciada Débora Sotelo, especialista en salud integrativa, ofreció una mirada profunda y desafiante sobre el Alzheimer y su relación con la alimentación, la inflamación crónica y la forma en que vivimos. Sotelo comenzó explicando que el Alzheimer no es simplemente una enfermedad que aparece en la vejez, sino que puede comenzar a desarrollarse desde etapas muy tempranas de la vida, incluso durante la gestación. Según sus palabras, muchas enfermedades —como el cáncer, la diabetes, las cardiovasculares y también el Alzheimer— comparten un origen común: la inflamación metabólica.

Uno de los puntos más fuertes de la charla fue cuando Sotelo dijo que estamos intoxicados e inflamados, en gran parte por lo que comemos. Habló del impacto de la leche de vaca en los bebés, especialmente cuando se usa como sustituto de la leche materna. Explicó que el cuerpo del recién nacido no está preparado para digerir ciertas proteínas como la caseína, y que esto puede generar una respuesta de alerta en el sistema inmunológico. La especialista insistió en que la inflamación no siempre se ve, pero actúa en silencio durante años, y cuando se manifiesta como Alzheimer u otra enfermedad, ya lleva mucho tiempo gestándose.

La conciencia

Un mensaje clave fue la importancia de la conciencia. Según Sotelo, el mayor factor de riesgo no es genético ni inevitable: es nuestra inconsciencia frente a lo que consumimos y cómo vivimos. Criticó la idea de buscar soluciones rápidas con medicamentos, sin hacer cambios reales en el estilo de vida. "Queremos placer inmediato, pero nos cuesta cambiar hábitos que nos perjudican", expresó.

Leer las etiquetas...

También hizo un llamado a leer las etiquetas de los alimentos. Mostró productos que, aunque parezcan inofensivos, contienen aditivos dañinos como la tartrazina, un colorante derivado del petróleo que puede dañar los intestinos y facilitar la entrada de toxinas a la sangre. Sotelo habló con firmeza pero con calidez, recordando que sí es posible cambiar. El cerebro tiene la capacidad de reconectarse —lo que la ciencia llama neuroplasticidad— y eso nos permite adoptar hábitos más saludables. “No es fácil, pero tampoco es imposible. Es un proceso”, afirmó.

¿Como vivimos y que comemos?

La especialista en salud integral  cerró con una frase que deja pensando: “Podemos elegir estar sanos o estar enfermos. La diferencia está en cómo vivimos y lo que comemos.”

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