El fundador de Dragur, distribuidor oficial de drones agrícolas DJI en Uruguay, destaca el crecimiento de la tecnología y la importancia del servicio posventa. La empresa amplía su presencia en el país con nuevos aliados y un fuerte compromiso con el campo, en Salto su representante será la firma salteña CropFly, de Alvaro Ocampo, quien se transforma ahora en revendedor con servicio técnico DJI Oficial incluido.

En el contexto de la demostración de los nuevos drones DJI T70 P y T100 que tuvo lugar la semana pasada en La Calandria, en donde se pudo asistir a charlas técnicos y demostraciones en vivo de lo que estos drones puede hacer. En apenas cuatro años, los drones agrícolas pasaron de ser una curiosidad tecnológica a convertirse en herramientas clave en los sistemas productivos uruguayos. Buena parte de esa transformación lleva la firma de Augusto Escaglia, impulsor de Dragur, la empresa que introdujo y consolidó en Uruguay los equipos de DJI Agriculture, líder mundial en tecnología de pulverización, fertilización y sembrado aéreo.

“Al principio era difícil convencer al productor”, recordó Escaglia en diálogo con LA PRENSA. “Nos preguntaban si había repuestos, si realmente funcionaban, si el dron aplicaba bien. Hoy la confianza está instalada: el productor sabe que hay respaldo, servicio técnico y resultados comprobados”.

Su vínculo con DJI comenzó en 2021, cuando ofrecía servicios con drones y detectó el potencial del mercado. “En ese momento DJI trabajaba con un distribuidor principal en Estados Unidos. Fui hasta allí, logré un contrato y comenzamos a importar. En mayo de 2022 firmamos como dealer oficial. Hoy compramos directamente en fábrica, en China”, explicó.

Servicio, confianza y crecimiento

Dragur consolidó su posición en base a una premisa sencilla: el dron no es solo una máquina, sino un sistema que necesita respaldo humano y técnico. “El posventa es fundamental. Un productor que tiene un problema necesita alguien que le responda rápido. Muchos inconvenientes se resuelven por teléfono, otros requieren repuestos o asistencia presencial. Por eso formamos equipos en todo el país”, detalló.

Durante un evento reciente en Salto, Escaglia anunció la incorporación de Cropfly como nuevo distribuidor regional. “Queremos que el productor sienta que tiene a Dragur cerca. Cropfly comparte nuestra filosofía y sabe lo que significa estar en el campo, al sol, con un dron detenido y el tiempo apremiando”, afirmó.

El empresario destacó además que Dragur cuenta con un manual interno de trabajo para sus distribuidores, centrado en la calidad del servicio y la relación de confianza con el cliente. “El valor de la empresa no soy yo: somos todos. Bajo un mismo lema, el respaldo al productor. Ese es nuestro norte”, subrayó.

La evolución de una tecnología clave

El mercado de drones agrícolas en Uruguay vive un momento de expansión. “Hace seis meses un dron promediaba 15 hectáreas por vuelo; hoy hace 30. Ya podemos aplicar urea con modelos de 100 kilos y velocidades de hasta 72 km/h, lo que permite cubrir 20 hectáreas por hora”, precisó Escaglia, entusiasmado con los avances.

Para él, la clave está en la adaptación y la integración tecnológica. “El dron no sustituye al avión ni al pulverizador. Es una herramienta distinta, con sus ventajas y limitaciones. Pero hoy está en igualdad de condiciones en rendimiento. Lo importante es que el productor pueda decidir con qué trabajar”, aseguró.

Mirando hacia el futuro

Escaglia visualiza un horizonte prometedor para el agro uruguayo. “El potencial del dron agrícola es enorme. Cada año aparecen mejoras que aumentan la eficiencia y reducen los costos. Nuestro objetivo es que más productores puedan acceder a esta tecnología y la integren en su rutina diaria”, comentó.

Con una mirada optimista, cerró la entrevista con una frase que resume la filosofía de su empresa:

“El productor tiene que volar, los drones volando, el campo produciendo y el cliente consumiendo”.