
De murciélagos y moscas /
La biodiversidad es clave para mantener el planeta funcionando correctamente
El orden natural no es fruto del azar, sino el resultado de años de evolución. Las acciones humanas pueden afectarlo -de hecho, lo hacen- con consecuencias que no siempre somos capaces de medir, y muchas veces las medimos cuando el daño es irreversible o de difícil resolución.
DE MOSCAS Y MURCIÉLAGOS.
En la naturaleza todo tiene un sentido y una función. La molesta mosca, hasta el desagradable murciélago.
Sobre las moscas, en un artículo de The New York Times publicado en noviembre de 2017 se leía: “Por cada persona que habita en este planeta hay 17 millones de moscas. Estos insectos polinizan las plantas, devoran cadáveres en descomposición, se comen los residuos de nuestros drenajes, dañan los cultivos, propagan enfermedades, matan arañas y cazan libélulas”.
En febrero de 2019, Gaceta UNAM, órgano informativo oficial de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó: “Cando se habla de moscas se tiene la idea de que son sucias, molestas y transmiten enfermedades, no obstante, se trata de especies dedicadas a reciclar la materia orgánica en descomposición (frutas, verduras y cadáveres), capaces de mantener el equilibrio ecológico del planeta”.
Si en algún momento las moscas desaparecieran del planeta, todo sería “un caos”, dijo la científica Patricia Ramos Morales, líder del Laboratorio de Genética y Toxicología Ambiental y del Banco de Moscas de la Facultad de Ciencias de la UNAM, “porque se acumularía el material en descomposición en cantidades inimaginables y el proceso sería mucho más tardado”.
En resumen: aunque desagradables y molestas las moscas son necesarias para el correcto funcionamiento de la naturaleza.
SIN MURCIÉLAGOS MAYOR USO DE QUÍMICOS.
Igual pasa con los murciélagos: son “depredadores naturales de insectos”, y su disminución en la población se traduce como una afectación en el “control biológico de plagas”. El estudio publicado el 6 de setiembre de 2024 en Science muestra cómo las interacciones de las especies pueden extenderse más allá de un ecosistema y afectar la agricultura y la salud humana.
El autor del artículo es Eyal Frank, profesor de la Universidad de Chicago (Estados Unidos), quien a partir de la disminución de las poblaciones de murciélagos descubrió que “los agricultores compensaron la disminución de los murciélagos aumentando su uso de insecticidas en un 31,1%”.
Ese mayor uso de insecticidas “afectó negativamente la salud” de las personas -continúa el artículo- con un aumento de la mortalidad infantil humana en un 7,9% en las localidades donde hubo una disminución de la población de murciélagos.
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