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Con los recientes ataques en Medio Oriente, sumado a los peligros que generan las ambiciones rusas y el fanatismo fundamentalista iraní y su islamismo extremo, más lo de borrar del mapa a Israel, se suman las acciones de musulmanes haciendo de las suyas en Europa. Son situaciones a tomar muy en serio por el resto del Mundo. Máxime cuando el tema es complicado y es posible llegar a una indeseable contienda global, todo muy desventajoso para Occidente.

En este escenario, pesan los discursos de la ministra de Defensa de Alemania, que alienta al retorno obligatorio del servicio militar, algo prohibido desde la rendición nazi al final de la 2ª guerra mundial, a lo que suma que esta dispuesta ir a la guerra con Rusia arrastrando a toda Europa, por ser todos parte de la OTAN. A esa posición, por momentos Macron de Francia se pliega, y todo se complica si como apoya parte del gobierno de EE.UU. se incorpora a Ucrania al bloque militar europeo (OTAN). 

Europa, es notorio, que hace 50 años que ha abandonado todo pensamiento o posición estratégica geopolítica. Su economía en gran parte, tras el abandono de la generación de energía nuclear, depende del gas ruso, que desde el inicio de la guerra con Ucrania, Putín cortó en represalia  y complicó económicamente a la mayoría de los países del Viejo Mundo.

Lo que si saben, es que una guerra con Rusia es una guerra que cuesta muchísimos muertos.Así lo demuestra la situación que se vive en Ucrania con la novedad, de la destrucción sistemática de armas convencionales, donde Europa ha perdido todo su armamento moderno, que le costará años y billones de euros reponer. Entrar en una guerra global implica perder millones de vidas y un sacrificio económico, que habrá que ver si los pueblos de la UE están dispuestos a ofrendar a la burocracia de Bruselas. 

También debemos atender que EE.UU. aplicó en Ucrania aquello de “animémonos y vayan” lo que ya le ha costado a la Unión Europea demasiados sacrificios. Todo porque el pueblo norteamericano no soporta el regreso de sus soldados en ataúdes, aunque mueran en accidentes de tránsito. Entonces exporta las muertes a sus aliados-dependientes, además de buena parte de los costos económicos y estratégicos.  

Seguramente pocos aceptarán que la situación actual, incluyendo el crecimiento del islamismo, de las ambiciones de Putin, del ataque sistemático a Israel, de la invasión musulmana a Europa por ahora controlable, es consecuencia directa de un sueño imposible: querer ser la primera potencia mundial, pero no tener que comprometerse a mantener el Orden Mundial, algo inviable en geopolítica. 

Esa renuncia de EE.UU, se fue gestando en las intervenciones armadas frustradas, en  Viet Nam, Afganistan, Irak con su blooper del no existente armamento nuclear y miles de muertos. La deserción en Siria y la inexplicable traición a los kurdos y en la lucha contra el terrorismo musulmán pos 9/11. Una sucesión de confusión y fracasos. 

La privatización de las fuerzas militares o mercenarización del ejército con la inteligencia de la CIA, , hizo que EEUU perdiera la vocación de poner orden en un imperio que le pertenecía. En 2001, poco antes de la caída de las torres gemelas, Condoleezza Rice, la secretaria de Estado de George W. Bush sostenía que EEUU no quería ya ser el gendarme del mundo. Ahora paga el precio de semejante renunciamiento. Si bien Estados Unidos está feliz con la decisión de no ser el gendarme del mundo. El puesto vacante alguien lo ocupará; ya sea China, India o tal vez el Califato, que es mucho más expeditivo. Pero también no podemos desconocer que ese posible escenario es muy difícil y peligroso para todos y queda en evidencia que los renunciamientos no garantizan la seguridad ni la tranquilidad y que las consecuencias para quienes no pesamos en el concierto mundial, serán complicados y condicionados como si se quiere han sido siempre.

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